Thursday, June 30, 2011

Siesta digital contra el tecnoestrés

Lo que necesita es una siesta digital
M L Ferrado y J Martín
El País, domingo, 10 de julio de 2011

En Sealords, la multinacional piscifactoría de Nueva Zelanda, las mujeres desconchan mejillones a una velocidad de vértigo. Cada diez minutos la cadena se para. La empleadas -no hay hombres- intercambian su posición sin decir palabra y realizan estiramientos de dedos, manos y muñecas. El trabajo repetitivo no nació, ni mucho menos, con el ordenador, pero parece que en esta actividad, quizás por ser más aislada que en las cadenas de producción, la prevención va con retraso, física y psíquicamente.
Buena parte del día, el cerebro se encuentra en red, procesando información de Internet, correos, redes sociales, trabajando con programas de gestión, tecleando, hablando por teléfono... Los especialistas en salud laboral empiezan a aconsejar que desconectar de vez en cuando resulta imprescindible. Las siestas digitales son necesarias. Lo defiende José María Martínez Selva, catedrático de Psicobiología de la Universidad de Murcia y autor del libro Tecnoestrés. "Mucha tecnología durante mucho tiempo pone literalmente enferma a la gente", según el investigador, que no olvida las ventajas que aporta el mundo del ordenador. Sin embargo, las nuevas tecnologías son armas de doble filo.
Las siestas digitales -entendidas como pequeños descansos- ya se aplican en algunas empresas, como Google o Intel, que ven con buenos ojos que sus trabajadores pasen un tiempo desconectados, pues redunda en la mejora de la productividad. No hay empresa de Silicon Valley que se precie, de Facebook a Yahoo!, sin gimnasio, habitación para juegos reales -el futbolín triunfa- y unos confortables puffs para relajarse. "Gestionar bien el tiempo es uno de los mejores instrumentos de los que se dispone para controlar los efectos nocivos de las nuevas tecnologías, del tecnoestrés y de las tecnoadicciones", afirma Selva.
Gestionar mal el tiempo significa sucumbir ante una de las ventajas de la red: la flexibilidad que otorga el poder estar conectado en cualquier momento desde cualquier lugar. En cualquier instante puede llegar un mensaje de correo electrónico o una llamada profesional, con lo que el trabajador se siente obligado a mantener un rendimiento continuo y a no poder desconectar ni distanciarse de sus obligaciones y problemas. Es decir, a disfrutar de un tiempo de descanso necesario para la salud mental. De hecho, un 26% de los empleados cree que el uso de Internet y del móvil aumenta su horario laboral y que esa disponibilidad permanente le genera estrés.
Tony Schwartz, director The Energy Project, el año pasado colocó una encuesta en Huffington Post para conocer los hábitos de los trabajadores. El 60% reconoció que sólo se desconectan completamente del correo electrónico dos horas al día. El 20%, menos de media hora.
Internet y el móvil no hacen necesario el trabajo presencial. Pueden ser un excelente medio para conciliar vida laboral y personal; pero también puede acabar comiéndose la vida del teletrabajador. "El teletrabajo es más flexible, pero rompe con las funciones de organización de actividades vitales, sean o no cotidianas, como los fines de semana, las vacaciones, el horario de comidas o verse con la familia", explica Selva.
Una encuesta de Cisco Systems revela que el 45% de los empleados con acceso externo al sistema informático de la empresa trabaja entre dos y tres horas más al día. Una cuarta parte de ellos trabaja hasta cuatro horas extras. A la extensión horaria hay que sumar la posible desconexión personal y emocional que supone trabajar en solitario.
Se desconoce cuántas personas pueden estar afectadas por el tecnoestrés, pero hay que tener en cuenta que dos tercios de los trabajadores españoles trabajan en oficinas con ordenador. Según un informe de PandaLabs, el 63% de los usuarios afirma que las incidencias en el funcionamiento de los sistemas informáticos le genera estrés. Para que el tecnoestrés genere trastornos psicológicos deben sumarse otros factores, precisa Selva. Como por ejemplo la sobrecarga de trabajo, la pérdida de control del proceso de desempeño de un oficio, y otros procesos sociales como puede ser el sentirse expulsado del mercado laboral... (Para seguir leyendo el resto de reportaje, pinche en el enlace del encabezamiento.)

1 comment:

Anonymous said...

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