Wednesday, October 29, 2014

Cómo escribir mejor

Por MARIO SUÁREZ

Los universitarios han adquirido hábitos de escritura en sus trabajos académicos que vienen de un mal uso de las redes sociales. El dictado tradicional podría evitarlo.


Lo decía Julio Cortázar: “La coma es la puerta giratoria del pensamiento”. Una descripción fotográfica del ilustre escritor argentino: no significa lo mismo decir “No, pase” que “No pase”. La colocación de una coma puede cambiar no solo el discurso: incluso incide en la suerte de las personas. La ortografía y la gramática no viven buenos tiempos. Los años sabios en los que la corrección a la hora de escribir era baluarte y condición indudable de un alumno universitario, han dejado paso a una cierta permisividad en la escritura, que viene provocada por un uso incorrecto de las nuevas tecnologías. Pero lo peor es que el viraje sintáctico no parece retroceder en las aulas, por el momento.

Los errores lingüísticos en la escritura entre los jóvenes universitarios se dan en todos los aspectos. Faltas de ortografía, discordancias, mal uso de pronombres y tiempos verbales, ausencia de referencias bibliográficas, poca coherencia en el discurso… Los exámenes, los trabajos y las memorias de fin de curso resultan ser carreras con demasiados baches para profesores y académicos.

Pero no es cuestión de buscar culpables –en este caso, del uso de las nuevas tecnologías– sino de convencer del uso correcto de ellas. “Lo fundamental es que todo hablante sea capaz de cambiar de registro; si alguien está escribiendo un mensaje con el móvil y utiliza ciertos sistemas de abreviación por economía de medios, no es algo reprobable, pues las abreviaciones han existido siempre. El problema surge cuando no se es capaz de cambiar de registro ni de redactar un texto en un examen y se utiliza también ese sistema de abreviación, sin tener en cuenta las reglas ortográficas”, afirma Francisco Gallego, catedrático de Lengua y Literatura de Educación Secundaria en Valladolid. Y añade: “La dificultad radica en la escasa formación en lengua que existe actualmente. No hay un déficit solo para redactar, también lo hay de comprensión”.

Y así, la escritura a mano se presenta como una de las vías para corregir esos errores y aumentar la formación en lingüística. “Hay una sintaxis muy simple en los jóvenes. Tienden siempre a estructuras y oraciones yuxtapuestas y son incapaces de utilizar unas estructuras subordinadas con concatenación de oraciones, uniendo unas ideas con otras. Esto es muy habitual y refleja un pensamiento muy simple”, remata Gallego.

El informe Samsung Galaxy Note 4 sobre hábitos de escritura en España ha preguntado a los jóvenes sobre “cuáles son los principales beneficios de la escritura a mano”. Un 65 % contestó que si lo hacía era por “no perder el conocimiento de las reglas de ortografía” y un 60 %, para “no perder en la calidad de la redacción”. La intención es clara: se quiere escribir a mano, pero no se hace bien del todo.

Las redes sociales y su uso nos han convertido a todos en pequeños escritores y editores de nuestra propia vida y de nuestras ideas. Este lenguaje, muchas veces limitado por los propios caracteres y los teclados de nuestros dispositivos, también ha llegado a afectar a la comunicación escrita en el lenguaje académico. Laura Llanos y Milka Villayandre, del departamento de Filología Hispánica y Clásica de la Universidad de León, llevaron a cabo un estudio sobre las faltas de ortografía y de redacción en los trabajos académicos de alumnos universitarios para el proyecto proyecto CORPES XXI de la Real Academia Española.

Analizando los escritos a mano de los alumnos, llegaron a la conclusión de que sus problemas de redacción se debían a la falta de revisión de los trabajos. “Era la inmediatez lo que provocaba los errores, una rapidez que viene provocada por el uso habitual que tienen de las redes sociales”, afirman. Es decir, la espontaneidad y el uso constante de nuestras redes sociales impiden que se revisen los textos con esmero, pese a conocer quizá las reglas ortográficas y gramaticales. “Vimos que el uso que hacían de las redes sociales lo trasladaban a sus escritos académicos, incluso usaban las mismas abreviaturas. Pero es todo por falta de atención. Incluso una alumna repetía la misma palabra tres veces en una frase, y era porque no lo había revisado, no porque desconociera otros sinónimos para hacer más rico su texto”, comentan.

Pero el estudio, según sus creadores, también obtenía aspectos positivos en las conclusiones. “Las redes sociales hacen que escribamos más, todos somos editores en nuestras redes. Pero escribimos de una manera más inmediata, no es un uso lingüístico muy reflexivo. Falta adecuación lingüística, se escribe igual a un profesor que a un amigo, hay falta de diferenciación de géneros discursivos”, aseguran. Ya no es una cuestión únicamente formal; existe un problema de adecuación al entorno en el que se escribe, según estos estudios.

Una reciente investigación de la Universidad de Alberta, en Canadá, sobre la influencia de las nuevas tecnologías en las redes sociales, confirmaba por su parte que los mensajes instantáneos no tenían consecuencias destacables en la ortografía de los jóvenes. Los alumnos con buena ortografía en el aula también la dejaban ver en las redes sociales. En el uso por sexos de las redes sociales, los hombres tenían peor ortografía en las redes sociales y los chats que las mujeres, más dadas a usar abreviaturas.

Para los expertos el asunto es “preocupante”. Así lo define Ignacio Bosque, miembro de la Real Academia Española y catedrático honorario de Lengua Española de la Universidad Complutense de Madrid. El profesor admite que existe “un déficit muy grande en la capacidad de escribir en las universidades, pero esto no es culpa de las nuevas tecnologías, es que se lee muy poco. Únicamente se escriben y se leen textos muy breves por Internet”.

Esto provoca una falta de conocimiento del léxico y la sintaxis muy grave. Un problema que hace 20 años no existía. “El lenguaje de las redes sociales es algo circunstancial, no importan los errores de sintaxis, pues es muy parecido al lenguaje oral. En el lenguaje de los móviles importa poco la corrección gramatical, aquí lo importante es transmitir la idea. Pero lo preocupante es verlo en un examen o en un trabajo universitario, donde te encuentras incluso con abreviaturas que usan en sus mensajes de móvil”, confirma Bosque.


Para Bosque existen varias soluciones, que pasan, sobre todo, por escribir a mano: “Yo hice muchos dictados de joven, centenares, y ahora apenas se hacen; los dictados son recursos didácticos que ayudan a escribir mejor. Escribir a mano es cada vez más difícil, pero quien recibe una nota manuscrita lo agradece sinceramente; es algo más habitual de poetas, ¡ojalá los textos fueran todos escritos a mano!”. Goya lo pintó en su cuadro La letra con sangre entra. Hoy sabemos que con nuevas tecnologías el valor didáctico sería mucho mayor.

Thursday, October 16, 2014

La mirada de fuera

ANTONIO MUÑOZ MOLINA
Nadie presta más atención a las cosas que un recién llegado, nadie se fija tanto como el forastero con ganas de descubrir y saber, porque él no da nada por supuesto, a diferencia de los naturales o de los habituados, y cada tarea que para los demás es rutinaria para él constituye una peripecia, poblada de sorpresas, de incertidumbres y hasta de peligros. El recién llegado, el extranjero de ojos abiertos y buena voluntad, disfruta de cada hallazgo mínimo como de un tesoro, de una palabra nueva que aprende igual que de las habilidades necesarias para viajar en autobús, y vive tan volcado hacia fuera, tan ensimismado en sus aventuras y descubrimientos, que no tiene tiempo ni ganas de ensimismarse en los hábitos consabidos de su propia conciencia, y le parece que no es del todo quien era antes de llegar.
Hay, desde luego, quien no se entera de nada, quien se mantiene coriáceamente recluido en su identidad, y sólo responde a lo nuevo con un instinto de rechazo, o ni siquiera eso, sin mirar a su alrededor. Pero igual que existe la xenofobia, que es uno de los mayores venenos de la historia humana, existe, por fortuna, la xenofilia. Palabra que no sé si está en el diccionario, pero que sería urgente incluir: el gusto por conocer y disfrutar lo que no se nos parece, por viajar con la lentitud necesaria a otros países, a otros climas y a otros idiomas, por no dejar que le crezca a uno ese caparazón de crustáceo mental de quien sólo sabe amar lo que considera suyo, lo que cree que le corresponde por privilegio de su nacimiento.
Con frecuencia de quien más se puede aprender sobre el propio país es de un visitante extranjero, de un visitante cultivado y asiduo que carece de las anteojeras y las rigideces del nativo y también de los apresurados lugares comunes del turista. Decía Borges que el patriotismo es la menos perspicaz de las pasiones: una de las más perspicaces, sin embargo, es la pasión del forastero por la ciudad o el país donde no ha nacido, pero donde lo ha llevado un sistema de instituciones y afinidades electivas que se parecen al de la amistad y el amor. Hay países en los que esa mirada de fuera es más necesaria que en otros: en España yo creo que es imprescindible, en parte por nuestra tendencia a la cerrazón, en parte por nuestra desidia.
Es probable que la Alhambra no se hubiera salvado de la absoluta ruina en el siglo XIX de no ser por el empeño de viajeros como el norteamericano Washington Irving o el inglés Richard Ford, que cuando llegó a ella por primera vez vio que no era más que una fortaleza devastada en la que había un polvorín con un pararrayos y un gobernador tuerto, cojo y beodo que rompía los frascos vacíos de vino contra las paredes de azulejos. Por mediación del cónsul británico en Sevilla, Ford logró que al menos el pararrayos no estuviera justo encima de la torre que albergaba el polvorín. La memoria española ha quedado con mucha frecuencia tan en ruinas como los mejores monumentos españoles, y también ha sido preciso, para restablecerla o salvarla, la pasión perspicaz y la generosa xenofilia de los viajeros de otros países.
No hablo de los embusteros, de los inventores o propagadores de lugar común más caricaturesco y despectivo, que van de Théophile Gautier a Ernest Hemingway. Me refiero a otros, de mirada más atenta e inteligencia más serena, sobre todo a unos cuantos historiadores, alguno de los cuales está apareciendo en los periódicos de estos días. A John Elliott le acaban de dar el Premio Príncipe de Asturias, y Henry Kamen, cuya historia espléndida de la Inquisición leímos todos en aquel tomo inolvidable de Alianza, anuncia la próxima publicación de su biografía de Felipe II. Pero yo pienso también en Gerald Brenan, que quiso que lo trajeran de Inglaterra para morirse en Alhaurín el Grande, en Gabriel Jackson, que escribe con la misma claridad y perspicacia sobre nuestras guerras pasadas y nuestras confusiones y parodias del presente, en Ronald Frazer, a quien debemos una espléndida historia oral de la guerra civil, en Ian Gibson, que en los años sesenta fue el último o el penúltimo viajero romántico por Andalucía, y ha exhumado y restablecido para siempre la biografía de Federico García Lorca, el relato terrible de los últimos días y las últimas horas de su vida.
Hay mucho más, en general disperso por las universidades de Europa y América, viajeros eficaces que vienen a investigar en la soledad de los archivos, a disfrutar de la vida y de la luz de las calles, del idioma español, de las comidas y de las conversaciones españolas. Con alguna frecuencia ellos hacen lo que nosotros no sabemos hacer, por la ceguera de quien está demasiado cerca de las cosas, por la aturdida negligencia y la charlatanería que nos van contagiando los energúmenos de la baja política. A Paul Preston le debemos sin duda la mejor biografía del general Franco. De pocos libros de ficción he disfrutado yo tanto como de los volúmenes de La España de los Austrias, de John Elliott, o de su biografía del conde-duque de Olivares, que es a la vez el retrato de un tiempo y de un carácter y un manual absorbente sobre la psicología de la ambición política. Sin Johnathan Brown sabríamos mucho menos sobre la vida y la pintura de Velázquez. Sin Juan Marichal, que es español pero ha conocido la distancia del exilio y cultivado en él la disciplina anglosajona de la investigación histórica, la tradición progresista y liberal española sería aún más desconocida de lo que ya es. Ahora que la historia de España desaparece de los planes de estudio, o es sustituida por mitologías y tebeos al gusto de cada sátrapa comarcal, miradas extranjeras y fieles como las de Elliott, Kamen o Brown se nos vuelven más necesarias que nunca para saber quiénes somos. Hay que estudiar historia, dice Elliott, porque la ignorancia lleva al recelo y al odio. Hay que estudiar historia y hay que volverse un poco extranjero. (El País, 20.11.96)

Wednesday, October 15, 2014

Diez minutos_cortometraje


"Diez minutos", de Alberto Ruiz Rojo, con más de 85 premios en festivales nacionales e internacionales, incluido el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción en 2005, es el corto más premiado de la historia del cine en España.

Sinopsis
"Diez minutos" cuenta la historia de una persona que llama al servicio de atención al cliente de su teléfono móvil para solicitar una información, de ello depende que pueda recuperar a su chica. Pero se encuentra con la inflexibilidad e impersonalidad de la operadora que sistemáticamente se niega a ayudarle. El corto es un toque de atención del modelo de sociedad al que nos dirigimos, donde la frialdad de normas absurdas se impone a la humanidad y el sentido común.

Notas del director
"La clave del éxito del corto está en la identificación tan absoluta del espectador con la historia, (todo el mundo me dice que le ha pasado) y en el acierto de haber creado una historia universal que no pertenece a ningún lugar especifico ni habla de una edad o gente determinada".

"Al final responde al argumento clásico del hombre contra el sistema, como miles de historias. Lo importante es haber conseguido estructurarlo de tal forma que el espectador se enganche y se mantenga con ganas de saber cómo acaba todo esto al final".

"Creo que otro gran valor del corto es el maravilloso trabajo que han hecho los actores Gustavo Salmerón y Eva Marciel. Este es un corto sin explosiones, donde lo único que hay es lo que dos personas, cada uno en un lugar, se dicen por teléfono. Desde luego era muy arriesgado hacer un corto bajo esta premisa".

"Personalmente lo que más me gusta del corto es como juega con la paradoja de la comunicación. Justo cuando la operadora calla es cuando comienzan a comunicarse. Al final, la única forma de entenderse es con el silencio".

"Diez minutos es una crítica al tipo de sociedad hacia donde nos dirigimos. Un mundo donde se supone prima la comunicación y el entendimiento y que, sin embargo, levanta continuas barreras invisibles de incomunicación que nos impiden el contacto directo con las personas".

"En la historia que presentamos, nuestro protagonista lucha desesperadamente por hacer valer el sentido común, la flexibilidad, el entendimiento, la humanidad... Pero la frialdad y rigidez de normas absurdas se antepone al más mínimo brote de comprensión".

"La historia del mundo de la atención telefónica, donde habitualmente tenemos que hablar con ordenadores o, lo que es aún mucho peor, personas que han sido enseñadas a hablar, razonar y comportarse como ordenadores, no es más que una muestra de las dos caras de este progreso".

"A la vez que la vida se nos hace más cómoda y accesible, gracias al teléfono, internet, etc., también perdemos el contacto directo con las personas. ¿Quién no echa de menos, de vez en cuando, a ese viejo tendero que nos escuchaba, que entendía de lo que hablaba, que estaba dispuesto a ser flexible?".

"En muchos casos, (como curiosamente ocurre en las empresas de telefonía y comunicación) ya no existe un sitio físico donde uno pueda ir a reclamar sus derechos o sus demandas. Esto evita multitud de problemas a las empresas, les ayuda a evadir miles de responsabilidades, haciendo desesperar o desistir al pobre consumidor, que se vuelve loco, en un laberinto de contestadores, menús, teleoperadores y llamadas cortadas. ¿Qué pasará cuando esto se trasplante a las instituciones?".

"Después de todo, nuestra historia deja abierta una puerta a la esperanza. Por encima de todas las normas aprendidas, por encima de las amenazas de despido si se quebrantan, por encima de todo, está nuestra verdad y todos tenemos un lado humano, que puede aparecer, aunque a veces parezca imposible. Al menos eso quiero creer yo".

Tuesday, October 07, 2014

The Intellectual Battle Against the Islamic State


DUBAI – The global financial crisis taught the world how profoundly interdependent our economies have become. In today’s crisis of extremism, we must recognize that we are just as interdependent for our security, as is clear in the current struggle to defeat ISIS (Islamic State in Iraq and Syria), also known as the Islamic State.

If we are to prevent ISIS from teaching us this lesson the hard way, we must acknowledge that we cannot extinguish the fires of fanaticism by force alone. The world must unite behind a holistic drive to discredit the ideology that gives extremists their power, and to restore hope and dignity to those whom they would recruit.

ISIS certainly can – and will – be defeated militarily by the international coalition that is now assembling and which the UAE is actively supporting. But military containment is only a partial solution. Lasting peace requires three other ingredients: winning the battle of ideas; upgrading weak governance; and supporting grassroots human development.
Such a solution must begin with concerted international political will. Not a single politician in North America, Europe, Africa, or Asia can afford to ignore events in the Middle East. A globalized threat requires a globalized response. Everyone will feel the heat, because such flames know no borders; indeed, ISIS has recruited members of at least 80 nationalities.

ISIS is a barbaric and brutal organization. It represents neither Islam nor humanity’s most basic values. Nonetheless, it has emerged, spread, and resisted those who oppose it. What we are fighting is not just a terrorist organization, but the embodiment of a malicious ideology that must be defeated intellectually.

I consider this ideology to be the greatest danger that the world will face in the next decade. Its seeds are growing in Europe, the United States, Asia, and elsewhere. With its twisted religious overtones, this pre-packaged franchise of hate is available for any terrorist group to adopt. It carries the power to mobilize thousands of desperate, vindictive, or angry young people and use them to strike at the foundations of civilization.

The ideology fueling ISIS has much in common with that of Al Qaeda and its affiliates in Nigeria, Pakistan, Afghanistan, Somalia, Yemen, North Africa, and the Arabian Peninsula. What most worries me is that a decade ago, such an ideology was all that Al Qaeda needed to destabilize the world, even from a primitive base in the caves of Afghanistan. Today, under ISIS, adherents have access to technology, finance, a huge land base, and an international jihadist network. Far from being defeated, their ideology of rage and hate has become stricter, more pernicious, and more widespread.
The destruction of terrorist groups is not enough to bring lasting peace. We must also strike at the root to deprive their dangerous ideology of the power to rise again among people left vulnerable by an environment of hopelessness and desperation. And, on this note, let us be positive.

The solution has three components. The first is to counter malignant ideas with enlightened thinking, open minds, and an attitude of tolerance and acceptance. This approach arises from our Islamic religion, which calls for peace, honors life, values dignity, promotes human development, and directs us to do good to others.

Only one thing can stop a suicidal youth who is ready to die for ISIS: a stronger ideology that guides him onto the right path and convinces him that God created us to improve our world, not to destroy it. We can look to our neighbors in Saudi Arabia for their great successes in de-radicalizing many young people through counseling centers and programs. In this battle of minds, it is thinkers and scientists of spiritual and intellectual stature among Muslims who are best placed to lead the charge.

The second component is support for governments’ efforts to create stable institutions that can deliver real services to their people. It should be clear to everyone that the rapid growth of ISIS was fueled by the Syrian and Iraqi governments’ failings: the former made war on its own people, and the latter promoted sectarian division. When governments fail to address instability, legitimate grievances, and persistent serious challenges, they create an ideal environment for hateful ideologies to incubate – and for terrorist organizations to fill the vacuum of legitimacy.

The final component is to address urgently the black holes in human development that afflict many areas of the Middle East. This is not only an Arab responsibility, but also an international responsibility, because providing grassroots opportunity and a better quality of life for the people of this region is guaranteed to ameliorate our shared problems of instability and conflict. We have a critical need for long-term projects and initiatives to eliminate poverty, improve education and health, build infrastructure, and create economic opportunities. Sustainable development is the most sustainable answer to terrorism.

Our region is home to more than 200 million young people. We have the opportunity to inspire them with hope and to direct their energies toward improving their lives and the lives of those around them. If we fail, we will abandon them to emptiness, unemployment, and the malicious ideologies of terrorism.

Every day that we take a step toward delivering economic development, creating jobs, and raising standards of living, we undermine the ideologies of fear and hate that feed on hopelessness. We starve terrorist organizations of their reason to exist.

I am optimistic, because I know that the people of the Middle East possess a power of hope and a desire for stability and prosperity that are stronger and more enduring than opportunistic and destructive ideas. There is no power stronger than that of hope for a better life.
Mohammed bin Rashid Al Maktoum is Vice President and Prime Minister of the United Arab Emirates and Ruler of Dubai.

Monday, October 06, 2014

A2 Pronouncing Names, Learning Sounds

What's your favourite pop band?
GREEN DAY /i:/
THE CORRS /ko:rz/
U2 /ju: tu:/
THE CRANBERRIES /'krænberis/
GUNS N' ROSES /'rousez/
COLDPLAY /ou ei/
ROLLING STONES /stəunz/
THE WHO /hu:/
THE BEATLES /i:/
RED HOT CHILLI PEPPERS /'pepəz/
BOB MARLEY /'ma:rlei/
FRANZ FERDINAND
R.E.M.
POLICE /pə'li:s/
BRUCE SPRINGSTEEN & THE E STREET BAND
What pop band is this? Can you guess?


What are these abbreviations? Match them with the definitions below.

BBC
MSN
www

EU
FAQ
CIA
AC/DC
M&S
UN
MIT
B&B

an international organisation
a technological institute
a heavy metal band
the European project
internet
a network of spies
an American computer company
a television channel
a series of questions
a British department store
a cheap form of accommodation

Thursday, October 02, 2014

Occupy Central

Thousands of young people have taken to the streets in Hong Kong to fight for democracy and civil rights.