Thursday, December 02, 2010

Leaks_El Roto

Como arrastrada por la maldición del código binario, Internet ha vuelto a colocar a la sociedad contemporánea ante un conflicto aparentemente irresoluble, una encrucijada que involucra al periodismo, la política y las nuevas tecnologías. El caso Wikileaks nos muestra con toda claridad el modo en el que el flujo de información marca hoy una nueva fase de las relaciones humanas, con difícil encaje en la política tradicional.
La batalla entre el imperativo de confidencialidad y la libertad de expresión, cuyos "efectos colaterales" hemos visto estas semanas, y cuyas implicaciones finales atañen al funcionamiento mismo de la democracia, trae los ecos de polémicas que han marcado la historia del periodismo, pero también resulta inédita en muchos aspectos. Sin Internet y sin la moderna tecnología de compresión de datos, valga la obviedad, no existiría el Cablegate. Es inimaginable una filtración como esta hace dos décadas: no solo por la facilidad para hurtar los archivos, sino por la ausencia de un mecanismo de fácil acceso a la información filtrada. Si algo hemos aprendido estos días es que la Red representa el único reto serio a ciertos poderes constituidos, capaz de garantizar de facto la posibilidad de un estado de transparencia como el que hoy defienden Wikileaks y sus seguidores... Lo esencial es que una sociedad abierta nunca debe castigar el acceso a la verdad. ERNESTO HERNÁNDEZ BUSTO

Trescientos años antes de Wikileaks, Kant dijo: "Obra de tal manera que tus actos puedan ser tomados como normas universales de conducta". Las filtraciones de Wikileaks abren una era en la que la enseñanza de Kant adquiere un nuevo enfoque.
Nuestros secretos, nuestras dobleces e hipocresías pueden salir a la luz. Ciertamente, es una perspectiva desasosegante, ya que con la exposición de nuestros actos a los ojos de los demás sentimos que perdemos autonomía y libertad. Y ésta es una de las acusaciones que se hace a Wikileaks: romper un "secretismo necesario".
La revolución que propone Wikileaks parece ser la de obligar a Estados, poderes en general, y quién sabe si en un futuro a los individuos, a acatar la máxima de Kant y obrar de tal manera que nada tengamos que ocultar, o por lo menos a hacernos responsables de cómo obramos. Teniendo en cuenta cómo nos ha ido a los humanos admitiendo como válido el secreto, tal vez habría que dar una oportunidad a la transparencia. ALBANO DANTE FACHIN

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