Thursday, February 25, 2016

La ignorancia

JORDI SOLER 
Hace unos meses, atrapado en la vorágine de un festival literario, visité en cinco días cinco ciudades francesas. En cada una, siguiendo el itinerario del maratón que me habían programado, asistía en la mañana a un lycée, donde daba una charla para un grupo de alumnos que habían leído con anticipación mi libro; y por la tarde me sometía a una presentación formal, en alguna librería de la ciudad. Lo del lycée era una de esas oportunidades que no podemos perder los novelistas, porque conseguir el interés de un muchacho de 13 años significa cultivar un lector que, en el más afortunado de los casos, irá leyendo tus siguientes libros; esto además del privilegio que supone intercambiar puntos de vista con gente tan joven.
El libro que iba presentando de ciudad en ciudad, en aquel maratón francés, es una novela sobre la Guerra Civil y el exilio en México, un tema que yo suponía ajeno para los alumnos franceses, porque cuando he ido con este mismo libro por institutos de España, invariablemente he tenido que comenzar por explicarle a los alumnos, en grandes y desesperados trazos, las generalidades de esa guerra en la que pelearon sus bisabuelos o abuelos, y cuya sombra oscureció la infancia de sus padres y debería, como mínimo, matizar la de ellos. Pero resulta que, para mi sorpresa, los alumnos de los cinco colegios franceses que visité conocían perfectamente la historia de la Guerra Civil porque sus profesores, como es natural, consideran que esta guerra nuestra es un episodio muy importante en la historia del siglo XX e, igual que hacen con la Edad Media o la Revolución rusa, la enseñan a sus alumnos.
¿Cómo es posible que un alumno francés, que estudia en Francia, conozca mejor la Guerra Civil española que un alumno español, que estudia en España? A 32 años de la muerte de Franco y a casi 30 de la Constitución, el vacío que hay en los programas de estudio, sobre este capítulo fundamental en la historia de España, comienza a dar vergüenza. Sin este conocimiento crucial, ¿cómo van a entender los españoles del futuro a este país? Los años pasan y los protagonistas, y los testigos, de la guerra se van muriendo; pronto no habrá nadie que tenga un padre, o un abuelo, o un bisabuelo que haya estado allí y, sin ese referente familiar, el tema quedará a los cuatro vientos. ¿Que se ha escrito ya demasiado sobre la Guerra Civil?; yo diría que no, a juzgar por la cantidad de jóvenes que ignoran el tema, y en todo caso no basta con que esta historia esté a disposición de los lectores en librerías y bibliotecas; lo deseable sería que un joven llegara a la edad adulta sabiéndose la guerra porque se la han enseñado en la escuela, igual que, por la misma razón, sabe cuál es la capital de Alemania y cuál es el resultado de la operación cinco por cuatro.
A estas alturas del nuevo milenio, la Guerra Civil no debería ser una materia para investigadores y lectores empecinados en saber de ella, tendría que ser un conocimiento, por decirlo de algún modo, ambiental, y para llegar a este nivel hacen falta muchos más ensayos, novelas y películas y, sobre todo que, en los programas de estudio, la Guerra Civil sea una materia que tenga, como mínimo, la misma relevancia que el reinado de Carlos V; y todo por una razón muy sencilla: quien ignora la Guerra Civil, no entiende del todo las claves de la España contemporánea, le falta instrumental para comprender los debates en el Parlamento, o las arengas de los obispos o, por tocar una preocupación ciudadana rabiosamente actual, fenómenos como el de la inmigración: si un alumno aprende en el colegio que medio millón de compatriotas suyos, al perder la guerra, tuvieron que irse de España, hace apenas 69 años, huyendo de la represión del general Franco, y que estos compatriotas, después de pasar las de Caín en los campos de concentración franceses, se convirtieron en emigrantes españoles en Francia, en México, en Argentina y en muchos otros países, la mirada de este muchacho sobre la inmigración actual, cada vez más palpable en las ciudades españolas, tendría cierto matiz.
Iniciativas como la Ley de la Memoria Histórica deberían tomarse muy en serio y aplicarse con un riguroso seguimiento; es necesario saber todo lo que pasó, es preciso desenterrar todos los huesos para que, en una fase posterior, se pueda enterrar lo que haga falta para hacer de la Guerra Civil un capítulo "normal" de la historia de España. La Ley de la Memoria Histórica puede ser el principio, pero servirá de muy poco si a los españoles del futuro no empieza a enseñárseles la historia que ha dado origen a esta ley, si no se les imparte el conocimiento que les permita, más adelante, decodificar correctamente su país. (...)
Algo no funciona cuando un alumno de lycée en Francia estudia la Guerra Civil, y un alumno español no; tampoco anima la perspectiva de que el tema de la Guerra, a fuerza de no enseñarlo, se vaya diluyendo, porque se trata de un conocimiento imprescindible para la construcción del porvenir de España; no puede proyectarse con tino sin saber con precisión lo que ha pasado y, por otra parte, saber los detalles de este episodio capital puede ayudarnos a evitar caer en viejos, y catastróficos, errores. Al final lo que no podemos permitir es que, más allá de quién ganó y quién ha perdido, nos acabe derrotando a todos la ignorancia.
(El País, 01/02/2008)

1 comment:

Anonymous said...

Estoy de acuerdo con lo que comenta Jordi Soler en cuanto a que deberían cambiar los planes de estudios. Deberíamos tener todos una conciencia colectiva, un mayor conocimiento acerca de la historia de España y sobre todo acerca de la Guerra Civil que tantos enfrentamientos sigue causando.
A mí, personalmente, me da mucha pena escuchar en televisión a chicos de 12 años a los que se les pregunta por Franco y no saben qué contestar porque no saben ni quién fue. Un pueblo que no conoce su historia es un pueblo sin identidad y, a mi parecer, un pueblo manejable y manipulable. Una juventud a la que se le acaba por transmitir la idea de que la historia es una asignatura más y que es, además, un "rollo" es, a mi parecer, una juventud superflua y sin valores. Desconectada de su pasado y en cierto modo, también de su futuro.
Esto me parece una pena pero no sólo por la ignorancia de este tema de la Guerra, sino porque también se ignoran otros muchos aspectos que son importantes en el desarrollo de la capacidad crítica de una persona.

Quiero terminar mi comentario haciendo una pequeña crítica a Jordi Soler:

"asistía en la mañana a un lycée, donde daba una charla para un grupo de alumnos que habían leído con anticipación mi libro", puede que si presentara su libro en algún colegio español en el que previamente se hubiese LEÍDO, se llevase también una sorpresa al ver que al igual que en Francia, en España hay alumnos que saben mucho sobre la guerra ya que previamente se han documentado.
No creo además, que este autor fuese a cualquier colegio. No creo que fuese a colegios de la periferia en lugares marginados. Posiblemente si fuese a un colegio prestigioso de España se sorprendiese de nuevo al ver que no tenía razón al hacer esta generalización en los alumnos españoles.

Laura Natera