By Nacho Meneses, El País, 21 de marzo de 2024
Llamar la atención sobre los aspectos negativos de un desafío tan persistente como el aprendizaje del inglés no implica dejar de reconocer los progresos conseguidos. Por eso no es contradictorio afirmar, con una mano, que el nivel de inglés en España lleva años atascado (según el EF English Proficiency English (EPI) de 2023, no ha habido cambios sustanciales desde al menos 2015) mientras, con la otra, se hace gala de un nivel competencial de idiomas cada vez mayor en los jóvenes que se gradúan de Secundaria y Bachillerato, así como del impacto de los programas de educación bilingües en las distintas comunidades autónomas.
Por otra parte, continúa, “con las condiciones actuales, creo que se podrían dedicar más partidas a enviar niños y jóvenes al extranjero, como en la época de Zapatero, cuando hubo 10.000 niños que así lo hicieron. Y no solo por el impacto que tiene en el promedio de la sociedad, sino porque se habla mucho del tema, y se genera un debate y una concienciación absolutamente básicos para las naciones”.
Objetivo, la competencia comunicativa
Para Martí, cuya organización cumple estos días 50 años de presencia en España, parte de las causas hay que buscarlas también en factores estructurales como el hecho de que ni el inglés (ni la educación en general) son en realidad una prioridad política: “No nos hemos tomado en serio modernizar la educación; no hay un plan claro de cómo enseñar inglés y, como no planeamos de forma estratégica, tampoco se quiere medir de forma sistémica cuáles son los resultados de las inversiones que se hacen en ese sentido”, afirma.
Otro de los obstáculos que dificultan la consecución de un mejor nivel de inglés tiene que ver con la falta de oportunidades para practicar el idioma en contextos reales, además de las exigencias de la cultura de la inmediatez en la sociedad actual. “Se plantean cosas cada vez a más corto plazo, lo cual significa que no encaja realizar un curso de 10 meses para aprender un idioma... Conseguirlo requiere tiempo y constancia y hay que planificar a largo plazo”, explica David Bradshaw, responsable de Evaluación de Cambridge University Press & Assessment, antes de añadir que “la tentación de aparentes atajos en este proceso lleva a que muchas personas no alcancen sus metas”.
Fomentar la exposición al inglés desde edades tempranas es otro de los factores que puede contribuir a una mejora competencial, integrando contenido en inglés en los medios de entretenimiento: “Cada vez son más los chicos que salen de la escuela con un nivel de inglés que les permite comunicarse fluidamente en este idioma, demostrando un nivel B2 e incluso un C1 antes de entrar en la universidad”, señala Bradshaw. Así también lo considera María Perillo, presidenta del consejo educativo en ABA English, para quien las políticas educativas “tendrían que enfocarse más en la práctica comunicativa, y debería haber más iniciativas públicas, como campañas de sensibilización sobre la importancia del inglés para el desarrollo personal y profesional, incluyendo subsidios para cursos y certificaciones”.
Aunque el nivel de inglés no incrementa por sí solo ni los salarios ni el comercio de un país, las fuerzas laborales más eficientes tienden a hablar un mejor inglés (según concluye el mencionado estudio de EF), sin olvidar el impacto positivo que la diversidad en el entorno laboral tiene sobre los resultados de las empresas. “Cada vez hay más necesidad de formar equipos internacionales en cualquier disciplina, para absorber el conocimiento de otros países y conocer otros puntos de vista”, esgrime Perillo.
En cualquier caso, tal y como recuerda Martí, “tu objetivo no es defenderte en inglés; tu objetivo es dominarlo” y, al hacerlo, comunicarte con fluidez. No necesariamente en todos los ámbitos, pero sí en aquellos que más se relacionen con tu actividad laboral o con tus pasiones y aficiones, ya que combinar estas con el aprendizaje del idioma hace que este sea más efectivo.
¿Qué se ha conseguido hasta ahora?
A la hora de juzgar un posible bajo nivel de inglés en España, es necesario tener en cuenta otras consideraciones. Si bien es cierto que el sistema educativo ha estado tradicionalmente centrado en el componente gramatical, también lo es “que ya se han producido numerosos avances hacia metodologías más comunicativas, y el uso de tecnologías en el aula permite romper la barrera del estudio formal, porque los estudiantes más jóvenes se sienten más a gusto trabajando y eso hace que su motivación aumente”, sostiene la responsable de ABA English. Además, el acceso al inglés es mucho más sencillo y generalizado que antes, gracias a la digitalización de la televisión, las distintas oportunidades formativas online y la llegada de las plataformas de streaming.
Por otro lado, y a pesar de las dudas que puedan persistir sobre este tipo de programas, lo cierto es que los programas de enseñanza bilingüe implementados en las distintas Comunidades Autónomas permiten una exposición al idioma mayor y, en muchos casos, más rica y profunda. De entre todos ellos, el de la Comunidad de Madrid (inaugurado en 2004) es el más decano, “y solo es ahora cuando los primeros de esos alumnos están incorporándose al mercado laboral, después de la universidad. Puede que, en los próximos años, se note un cambio en los niveles de inglés, con la llegada de cada vez más alumnos fruto de estas iniciativas en las diferentes regiones”, aventura Bradshaw. Unos programas que, no obstante, “son tan buenos como los profesores que lo imparten”, recuerda Martí, “lo que también ha llevado a zonas de educación bilingüe con un mal profesorado, y entonces no es suficiente. Por eso es tan importante que al profesorado se le apoye, se le forme y se le cuide”.
Las universidades, por su parte, también están tomando medidas para mejorar la internacionalización de sus estudios. Así, gracias al programa Erasmus y otras iniciativas, los estudiantes tienen mejores oportunidades de estudiar en el extranjero durante sus estudios de grado, en muchos casos empleando el inglés como lengua vehicular tanto en su vida cotidiana como académica.
¿Y qué ocurre con las empresas? “Creo que muchas de ellas ya toman un papel activo en la formación de sus empleados en inglés”, cuenta Bradshaw, si bien “donde podrían mejorar algunas es en la dirección dada a la formación: suelen ofrecer oportunidades para estudiar inglés, pero sin centrarse necesariamente en objetivos claros para cada empleado, basados en las necesidades de comunicación que tiene su papel en la organización”. Workplace English Tool es una herramienta desarrollada por la Universidad de Cambridge para identificar los niveles lingüísticos que necesitan los empleados en cada destreza para realizar su trabajo.
¿Cómo es una buena metodología de aprendizaje del inglés?
“Existe un orden natural de adquisición de las competencias de un idioma”, explica Perillo. “Primero hay que escuchar y comprender; luego hablar; y, a continuación, leer y escribir. Los niños aprenden escuchando e imitando, y también los adultos que van al extranjero a vivir una inmersión lingüística. Eso significa que el punto de partida para el aprendizaje es la escucha, y no la gramática o la lectura”. Muchas veces, añade, hacemos lo contrario, y eso nos lleva a tener unas competencias muy desequilibradas: podemos comprender textos escritos, por ejemplo, pero no hablar con fluidez.
En el mismo sentido se expresa el responsable de Cambridge University Press & Assessment en España: cualquier metodología debe centrarse en el uso del idioma para comunicarse en situaciones reales, “sin preocuparse, al menos en un principio, de la perfección con que se dice”. Si se tienen en consideración los niveles establecidos por el Marco Común Europeo de Referencia (MCER), en los niveles inferiores la comunicación siempre será imperfecta, y será el alumno quien deba ir limando dichas imperfecciones según vaya avanzando en el aprendizaje de la lengua.
Consejos para mejorar el inglés en el día a día
Vivir en un entorno de inmersión en el idioma que se quiere aprender es, sin duda, la opción que arroja mejores resultados de aprendizaje. Sin embargo, para una inmensa mayoría de alumnos, esta posibilidad se antoja imposible, ya sea por sus propias circunstancias personales, familiares o profesionales. Por eso Martí, Bradshaw y Perillo, los expertos consultados para este reportaje, recomiendan una serie de pasos que pueden darse para mejorar el inglés sin tener que renunciar a ninguna de nuestras obligaciones cotidianas:
- Planifica tus objetivos de aprendizaje, y mide tu progreso cada cierto tiempo.
- Dedica al menos 20 minutos diarios a ver una película, leer algo, cantar, chatear con amigos extranjeros o escuchar un podcast o audiolibro en el idioma que quieres aprender.
- A lo largo del año, trata de salir al extranjero al menos una semana o dos, para exponerte a una inmersión total.
- Mantente constante: se aprende más dedicando poco tiempo de forma frecuente y regular que dándote atracones ocasionales espaciados por largos periodos de inactividad.
- Empieza un cuaderno de vocabulario lo bastante pequeño como para llevarlo contigo, y cuando tengas momentos libres repasa las palabras incluidas. No hace falta que las memorices, solo reléelas.
- Hay muchas apps que pueden ayudarte: desde Duolingo hasta otras como Write and Improve o Speak and Improve (esta aún en beta) de Cambridge.
- Busca un compañero de estudios para compartir progresos y motivaros mutuamente.
- Grábate de vez en cuando para autoevaluar tu progreso.
- No te obsesiones con la gramática.
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