Por CARLOS MARTÍN GAEBLER
La curiosidad por conocer al otro, la cultura del otro, la lengua del otro es requisito imprescindible para el aprendizaje de un idioma diferente al nuestro materno. Una visión cosmopolita de nuestro entorno facilita la adquisición de habilidades idiomáticas diferentes de las propias. A la inversa, sucede que cuanto mayor sea el apego por la cultura local menor será el interés por conocer una lengua extranjera. Tras tres décadas dedicado a la enseñanza de idiomas, he podido constatar que, cuando un individuo está involucrado únicamente en su cultura autóctona, éste se ve incapaz de adquirir destreza en el uso de una lengua extranjera. Se trata de una relación causa efecto. Sin embargo, aquellos individuos que viajan a otros lugares, ven y escuchan películas de otras partes del mundo, o leen sobre otros asuntos además de sobre su cultura local, muestran una disposición natural al aprendizaje de una lengua extranjera, pues consideran que ésta les enriquece como personas y les hace sentirse ciudadanos del mundo, sentimiento que no ansían quienes, en su obsesión identitaria, sólo se enorgullecen de una cultura autóctona que, por su riqueza y omnipresencia en la vida colectiva, perciben como autosuficiente.
Por lo general, quienes simplemente se conforman con sus tradiciones, con la foto fija de liturgias locales, siempre idénticas y periódicas, carecen de la curiosidad por ver, a través de la ventana del cine, imágenes en movimiento de historias multiculturales localizadas en otras latitudes de la sociedad global. En su narcisismo no son capaces de apreciar otros acentos, otros idiomas, ni sienten la necesidad de aprenderlos. Dice Antonio Muñoz Molina que una cultura personal se adquiere con mucho tesón y esfuerzo a lo largo de la vida, igual que se adquiere la destreza para hablar un idioma extranjero; una cultura autóctona se posee tan solo por nacer en ella. Sentirse exageradamente orgulloso de haber nacido en tal o cual sitio es un acto empobrecedor y ridículo, como lo es también creerse el ombligo del mundo. El localismo es una forma primigenia de nacionalismo o, como dijo Karl Popper, una regresión a la tribu.
Estudiar y escuchar un idioma extranjero requiere un esfuerzo intelectual que es incompatible con la práctica de cualquier forma de fanatismo. Algunos se ven incapaces de abandonar su zona de confort, fascinados de por vida por la contemplación de la patrona local, una pequeña estatua articulada de madera a la que adoran, entre otros motivos, porque representa a una mujer que, dicen, "engendró" sin sexo previo.
Una vez conocí a un universitario de una ciudad del sur de España, narcisista como ninguna otra, que confesaba que sólo le interesaban los arquitectos nacidos en su ciudad y no entendía el entusiasmo que sus compañeros de la Escuela de Arquitectura sentían tras anunciarse un taller que iba a ser impartido por dos reputados arquitectos portugueses. A quienes durante gran parte del año ocupan su pensamiento en perpetuar las tradiciones locales o nacionales poco tiempo les queda para ocuparse de estudiar una lengua extranjera que ven ajena a su propio grupo social, no creen necesitar y consideran una asignatura maría. Un estudiante de secundaria me confesó en cierta ocasión que, en lugar de irse de crucero cultural en el viaje de fin de curso con sus compañeros para conocer el Mediterráneo esa primavera, había preferido peregrinar al Rocío, ¡por décimo año consecutivo! Ninguno de los dos habla una segunda lengua. cmg2014
Por lo general, quienes simplemente se conforman con sus tradiciones, con la foto fija de liturgias locales, siempre idénticas y periódicas, carecen de la curiosidad por ver, a través de la ventana del cine, imágenes en movimiento de historias multiculturales localizadas en otras latitudes de la sociedad global. En su narcisismo no son capaces de apreciar otros acentos, otros idiomas, ni sienten la necesidad de aprenderlos. Dice Antonio Muñoz Molina que una cultura personal se adquiere con mucho tesón y esfuerzo a lo largo de la vida, igual que se adquiere la destreza para hablar un idioma extranjero; una cultura autóctona se posee tan solo por nacer en ella. Sentirse exageradamente orgulloso de haber nacido en tal o cual sitio es un acto empobrecedor y ridículo, como lo es también creerse el ombligo del mundo. El localismo es una forma primigenia de nacionalismo o, como dijo Karl Popper, una regresión a la tribu.
Estudiar y escuchar un idioma extranjero requiere un esfuerzo intelectual que es incompatible con la práctica de cualquier forma de fanatismo. Algunos se ven incapaces de abandonar su zona de confort, fascinados de por vida por la contemplación de la patrona local, una pequeña estatua articulada de madera a la que adoran, entre otros motivos, porque representa a una mujer que, dicen, "engendró" sin sexo previo.
Una vez conocí a un universitario de una ciudad del sur de España, narcisista como ninguna otra, que confesaba que sólo le interesaban los arquitectos nacidos en su ciudad y no entendía el entusiasmo que sus compañeros de la Escuela de Arquitectura sentían tras anunciarse un taller que iba a ser impartido por dos reputados arquitectos portugueses. A quienes durante gran parte del año ocupan su pensamiento en perpetuar las tradiciones locales o nacionales poco tiempo les queda para ocuparse de estudiar una lengua extranjera que ven ajena a su propio grupo social, no creen necesitar y consideran una asignatura maría. Un estudiante de secundaria me confesó en cierta ocasión que, en lugar de irse de crucero cultural en el viaje de fin de curso con sus compañeros para conocer el Mediterráneo esa primavera, había preferido peregrinar al Rocío, ¡por décimo año consecutivo! Ninguno de los dos habla una segunda lengua. cmg2014
5 comments:
Congratulations on such a well-argued post. M.E.
Wow - that was hard-hitting and right on target. Well done! Bravo! FC
Cool post about learning languages and being interested in foreign cultures. Lack of a larger, worldly perspective certainly plays a part in our students not learning the way students in other places do. AL
No sé si es que estoy en "Off" pero hacía mucho tiempo que no escuchaba en mi entorno palabras como cosmopolita, pensamiento crítico, fomento de la ilustración contemporánea y, sobre todo, humanismo en la red. Sin embargo, todo ha encajado cuando he leído tu artículo "Localismo y aprendizaje de idiomas".
¡Qué gran verdad! Es un fenómeno lamentable.
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