El Roto según Muñoz Molina
El Roto
es un poeta satírico que hace un epigrama diario, un poeta ensimismado y
observador del mundo que dibuja cada día un haiku visual, un
panfletario que madruga para que cada mañana aparezca pegada por las
paredes del periódico la tinta fresca de un pasquín incendiario, un
francotirador que cada día dispara un solo tiro que da siempre en la
diana. El Roto trabaja sometido a los imperativos, las
limitaciones y los plazos de la publicación en el periódico, con una
disciplina de artesano que excluye por necesidad las celebradas
veleidades del artista. Ha de ajustarse a un cierto formato, a un uso
mínimo o nulo del color, a una austeridad de dibujo que permita la
reproducción fácil en el papel y en la tinta del periódico.
Y además ha
de permanecer atento a lo que sucede cada día, porque, aparte de poemas,
de sátiras, de haikus, de panfletos, sus viñetas son crónicas y
comentarios del presente, y él tiene el talento de acertar en el pulso
de lo inmediato y al mismo tiempo darle la intemporalidad de lo que
seguirá siendo relevante cuando pasen los años. Cada dibujo de Andrés Rábago, El Roto,
está hecho con tal precisión de trazo, y cada texto es tan sintético,
tan lleno de rabia, de sarcasmo, de agudeza poética y política, que
parecen la destilación última de un largo proceso de concentración.
No falla nunca, y nunca deja de ser admirable. Cada día hay una nueva
descarga eléctrica, un fogonazo igual de vívido de claridad, un golpe de
risa que revela lo grotesco o lo ridículo o lo inmundo debajo de las
proclamas solemnes o de las sinrazones o las estupideces que por
repetirse tanto ya nos parecen normales. El Roto, literalmente, no deja
títere con cabeza, y además nos hace ver hasta qué punto son títeres los
figurones y los figurantes de la actualidad diaria. (Babelia, 30/11/13)
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