En la sala de espera de una clínica madrileña está sentado un hombre
discreto y sencillo, aguardando paciente su turno. Nadie se apercibe de
que quien tiene enfrente es toda una eminencia en la lucha contra el
cáncer, nadie se da cuenta de que se trata de la primera persona que
consiguió aislar una mutación de un gen capaz de causar cáncer, paso de
vital importancia para lograr la curación de esta terrible enfermedad.
Resulta irónico pensar que la mayoría de los allí presentes ni siquiera
habían oído hablar de él, y que, tal vez, se hubieran dado codazos por
conseguir el autógrafo de cualquier famosete que pulula diariamente por
las sobremesas televisivas. Prueba de ello es el récord de ventas del
libro de Belén Esteban.
¿Qué se valora en esta sociedad? Personas que sin hacer nada especial
obtienen el reconocimiento de muchos y son objeto de veneración,
mientras que el trabajo callado, el sacrificio, el afán de superación y
la constancia son valores en declive. ¿Tiene alguna lógica que
personalidades de esta talla no tengan ningún reconocimiento social?
¿Pretende esta sociedad que los jóvenes, a la vista de esto, tengamos
motivación para sacrificarnos, formarnos y superarnos? Y lo que es más
importante, con estos valores, ¿puede crecer y prosperar un país?
Me considero una adolescente con multitud de objetivos por alcanzar
entre los que se encuentra poder estudiar e investigar en el campo de la
genética. Sueño con formarme y trabajar en mi país y, aunque sé que
este trabajo no se valora socialmente ni se apoya desde instancias
gubernamentales (como ejemplo, el raquítico importe presupuestario
destinado a investigación), no me rindo.
Don Mariano Barbacid, un honor haber podido tenerle a mi lado y mi más sincera admiración hacia usted.— Alicia Rubio García, Alcorcón, Madrid.