Anxious buyers queueing up at the Apple store in New York City on Monday, September 17th, 2012, four days before the new iPhone5 went on sale on Friday, September 21st.
This blog is an online publication of words, sounds, pictures and moving images, launched to increase your exposure to the English language and/or supplement your in-person English course with language structures, challenging new readings, TED talks, trailers, quality videos, thought-provoking posts, reliable news, quotations, food for thought and icon links to related websites or to the cloud.
Tuesday, September 18, 2012
Buscarse la vida
Junto a iniciativas de este tipo, más o menos espontáneas, se han ido poniendo en marcha otras de diverso alcance. Algunas asambleas del 15-M han organizado, sin ir más lejos, intercambios de material escolar para los que empiezan el nuevo curso. De ese movimiento proceden también propuestas tan innovadoras como el llamado banco del tiempo: un sistema para intercambiar servicios entre los vecinos sin gastarse un euro. Tú me das clases de italiano, yo te arreglo el ordenador.
En ayuntamientos más pequeños, y ante la incapacidad actual de los mismos por ofrecer esos servicios que pusieron en marcha en los tiempos de efímero esplendor, hay vecinos que se han unido en cooperativas para gestionar un polideportivo o jubilados que han conseguido construir una residencia de ancianos a su medida. La Red también sirve y, por ejemplo, hay sitios donde se puede conseguir por un módico precio una casa que dejan sus dueños durante los días que se van de visita al pueblo.
¿Qué pensarías si desafino?, preguntaba con razón Ringo Starr en una canción de los Beatles. Y se contestaba que saldría del paso con una pequeña ayuda de sus amigos. Pues eso. Y más en plena crisis. El País, 18.09.12
Monday, September 17, 2012
Atheism 2.0
Don't miss this great lecture on TED. What aspects of religion should atheists (respectfully) adopt? Alain de Botton suggests a "religion for atheists" -- call it Atheism 2.0 -- that incorporates religious forms and traditions to satisfy our human need for connection, ritual and transcendence.
Wednesday, September 12, 2012
Watch THE GODFATHER in English!
I have just learned this week that this coming Sunday 16th, El País is releasing the first part for €2.95, and the two other parts on consecutive Sundays, obviously along with the original version and with subtitles in Spanish. This is one of the masterpieces of cinema in the twentieth century. Coppola delivers a tragedy of Shakespearean dimensions. Watching it in English makes it one of the most unforgettable film experiences of all time. Don't miss it. Enjoy it!
PS: Post a comment and let me know what you thought.
Monday, September 10, 2012
Elogio de lo pequeño
(Or What Makes European Cinema Different From Hollywood Films)
ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS
El otro día, un lector amistoso y con curiosidad por el funcionamiento de las tripas ocultas del cine, me preguntó si sabía por qué las películas de Hollywood parecen fotografiadas en celuloide mucho más limpio y brillante que el de las europeas. No encuentro otro medio de decirle lo que presumo que invitarle a que cuente, cuando una película termina, los nombres que abarcan los títulos de crédito, la extensión de la nómina del equipo de filmación. Descubrirá que en un filme californiano esta nómina es mucho mayor que en cualquier otro, proceda de donde proceda. En un rodaje de Hollywood, si hace falta iluminar medio kilómetro de una calle, para que toda ella aparezca con rebuscamiento de tiralíneas en la pantalla y sea cada esquina perceptible de forma tan pulida como un imagen de revista de glamour impresa en papel cuché, pues se hace, por irreal o relamida que sea una imagen que busca ante todo la explicitud, lo que en cine es una ambición casi siempre encubridora de mediocridad, pues además de desterrar el misterio, la bruma, los fondos granulados y eludir el juego con el tenebrismo, encarece mucho la imagen. En Hollywood ya no se hacen películas baratas, por barata que sea su enjundia. Se hacen, como chorizos, pequeñeces a lo grande y a lo caro, y así se entra en una espiral de ricos amaneramientos visuales paradójicamente empobrecedores, pues esa lujosa fotografía tan espectacular y refitolera es casi siempre artísticamente inútil e insignificante. Entra con facilidad en las oquedades del estómago televisivo, se vende bien, como todo lo hortera, y de eso se trata: envoltura de solomillo para una hamburguesa de plástico sin sustancia; aspecto lujurioso para una sosería que haga parecer apetitoso a lo intragable. Es una de las reglas de oro del cine considerado como mentira. Y, en este sentido, Hollywood es un enorme Patio de Monipodio donde la moneda de cambio es la imagen cosmética, la arruga y la roña endomingadas, la verdad sepultada bajo una capa de imágenes huecas.
¿Por qué Woody Allen termina su Celebrity pidiendo socorro en un espolique que nada tiene aparentemente que ver con la película? Digo aparentemente, porque en la trastienda del filme sí tiene sentido, y mucho, la llamada de auxilio. Celebrity encontró serias dificultades para terminarse. Los tentáculos de Hollywood comienzan a imponer su juego a las pequeñas producciones, con objeto de ahogarlas, cuando creen ver en ellas un rival peligroso en su dominio colonial de los mercados audiovisuales exteriores, y exigen a la producción casera que se atenga a los pactos gremiales y alarguen hasta el delirio los títulos de crédito, con el consiguiente encarecimiento del rodaje. No quieren películas pequeñas, a no ser que se disfracen de grandes. Si se observa cualquier película de Allen, salta de la pantalla que su imagen desmiente el sistema estándar hollywoodense. Parece una película europea, en la que la cámara se desentiende de la primacía del envoltorio y de las superficies inútiles, tramposas y encarecedoras. En el recién acabado festival de Berlín vimos media docena de películas con gran inteligencia fotográfica. Una es la norteamericana, fuera de norma, A Thin Red Line (Una delgada línea roja); el resto fueron la bellísima luminosidad de Ça commence aujourd'hui (Hoy comienza todo), del francés Tavernier; la penetrante oscuridad de la alemana Nachtgestalten (Encuentros nocturnos); la fastuosa indagación en la risa negra de Mifune, filme danés hecho a la manera de Lars von Trier, cuya premeditada tosquedad en Los idiotas es, en realidad, un prodigio de finura fotográfica; la mínima película vietnamita Tres estaciones, que más que fotografiada parece bordada; y la precisión casi documental de la española Solas, cuya pegada tiene una inmediatez que entusiasmó al público berlinés, tal vez el que mejor y con más sutileza sabe ver cine de toda Europa.
Todas ellas son películas pobres, incluso muy pobres. Por ejemplo, Solas ha costado algo más de 100 millones de pesetas/600.000 euros, aproximadamente lo que cuestan dos días de rodaje en celuloide de papel cuché de cualquier hollymemez de Bruce Willis y compañía. Pero esta pequeñez española dio un baño de verdad fotográfica a algunas opulentas intrusas del escaparate berlinés, que el público de esta ciudad ignoró, cuando no abucheó. Porque lo que está haciendo esa reluciente fotografía encarecedora es desterrar del cine la vieja mirada amiga, veraz, borrosa unas veces, imprecisa otras, pero humana siempre, por una mirada infalible de robot de laboratorio, nacida muerta.
El País, 1 de marzo de 1999
ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS
El otro día, un lector amistoso y con curiosidad por el funcionamiento de las tripas ocultas del cine, me preguntó si sabía por qué las películas de Hollywood parecen fotografiadas en celuloide mucho más limpio y brillante que el de las europeas. No encuentro otro medio de decirle lo que presumo que invitarle a que cuente, cuando una película termina, los nombres que abarcan los títulos de crédito, la extensión de la nómina del equipo de filmación. Descubrirá que en un filme californiano esta nómina es mucho mayor que en cualquier otro, proceda de donde proceda. En un rodaje de Hollywood, si hace falta iluminar medio kilómetro de una calle, para que toda ella aparezca con rebuscamiento de tiralíneas en la pantalla y sea cada esquina perceptible de forma tan pulida como un imagen de revista de glamour impresa en papel cuché, pues se hace, por irreal o relamida que sea una imagen que busca ante todo la explicitud, lo que en cine es una ambición casi siempre encubridora de mediocridad, pues además de desterrar el misterio, la bruma, los fondos granulados y eludir el juego con el tenebrismo, encarece mucho la imagen. En Hollywood ya no se hacen películas baratas, por barata que sea su enjundia. Se hacen, como chorizos, pequeñeces a lo grande y a lo caro, y así se entra en una espiral de ricos amaneramientos visuales paradójicamente empobrecedores, pues esa lujosa fotografía tan espectacular y refitolera es casi siempre artísticamente inútil e insignificante. Entra con facilidad en las oquedades del estómago televisivo, se vende bien, como todo lo hortera, y de eso se trata: envoltura de solomillo para una hamburguesa de plástico sin sustancia; aspecto lujurioso para una sosería que haga parecer apetitoso a lo intragable. Es una de las reglas de oro del cine considerado como mentira. Y, en este sentido, Hollywood es un enorme Patio de Monipodio donde la moneda de cambio es la imagen cosmética, la arruga y la roña endomingadas, la verdad sepultada bajo una capa de imágenes huecas.
¿Por qué Woody Allen termina su Celebrity pidiendo socorro en un espolique que nada tiene aparentemente que ver con la película? Digo aparentemente, porque en la trastienda del filme sí tiene sentido, y mucho, la llamada de auxilio. Celebrity encontró serias dificultades para terminarse. Los tentáculos de Hollywood comienzan a imponer su juego a las pequeñas producciones, con objeto de ahogarlas, cuando creen ver en ellas un rival peligroso en su dominio colonial de los mercados audiovisuales exteriores, y exigen a la producción casera que se atenga a los pactos gremiales y alarguen hasta el delirio los títulos de crédito, con el consiguiente encarecimiento del rodaje. No quieren películas pequeñas, a no ser que se disfracen de grandes. Si se observa cualquier película de Allen, salta de la pantalla que su imagen desmiente el sistema estándar hollywoodense. Parece una película europea, en la que la cámara se desentiende de la primacía del envoltorio y de las superficies inútiles, tramposas y encarecedoras. En el recién acabado festival de Berlín vimos media docena de películas con gran inteligencia fotográfica. Una es la norteamericana, fuera de norma, A Thin Red Line (Una delgada línea roja); el resto fueron la bellísima luminosidad de Ça commence aujourd'hui (Hoy comienza todo), del francés Tavernier; la penetrante oscuridad de la alemana Nachtgestalten (Encuentros nocturnos); la fastuosa indagación en la risa negra de Mifune, filme danés hecho a la manera de Lars von Trier, cuya premeditada tosquedad en Los idiotas es, en realidad, un prodigio de finura fotográfica; la mínima película vietnamita Tres estaciones, que más que fotografiada parece bordada; y la precisión casi documental de la española Solas, cuya pegada tiene una inmediatez que entusiasmó al público berlinés, tal vez el que mejor y con más sutileza sabe ver cine de toda Europa.
Todas ellas son películas pobres, incluso muy pobres. Por ejemplo, Solas ha costado algo más de 100 millones de pesetas/600.000 euros, aproximadamente lo que cuestan dos días de rodaje en celuloide de papel cuché de cualquier hollymemez de Bruce Willis y compañía. Pero esta pequeñez española dio un baño de verdad fotográfica a algunas opulentas intrusas del escaparate berlinés, que el público de esta ciudad ignoró, cuando no abucheó. Porque lo que está haciendo esa reluciente fotografía encarecedora es desterrar del cine la vieja mirada amiga, veraz, borrosa unas veces, imprecisa otras, pero humana siempre, por una mirada infalible de robot de laboratorio, nacida muerta.
El País, 1 de marzo de 1999
Saturday, September 01, 2012
News From Mars
News From Our Neighboring Planet
The New York Times. August 8, 2012
Mars never gets old. Every time we get a new look at the planet we see
it in higher resolution. The earliest images shot from a dedicated
spacecraft, taken by Mariner 4 in July 1965, look more like images from
an abdominal ultrasound than photographs of a planet.
Now, nearly half a century later, we can watch ourselves watching Mars.
After the rover Curiosity landed successfully early Monday morning, it
was photographed on the Martian surface by the Mars Reconnaissance
Orbiter passing overhead. Curiosity was already looking out toward the
horizon, its instruments coming online one by one.
This new landing — a triumph of scientific technology — tells us as much
about the human imagination as it does about the fourth planet from the
sun. Compared with what science fiction writers have made of Mars, the
Curiosity mission looks rudimentary, almost primitive. But the spark of
actuality is far more captivating than anything we can imagine. We have
been seeing detailed images of Mars for years. And yet when Curiosity
began transmitting from Gale Crater, it presented us with the cognitive
shock of seeing Mars in something close to real time.
Curiosity’s operations are complex, but its mission is simple: to
examine the chemistry of Mars in hopes of learning whether it might have
supported microbial life. The landing was a one-time drama. What we get
now is the continuing drama of interplanetary observation. If all goes
well, there will be a flood of data arriving from Curiosity’s sensors
and cameras. And for many people, each new increment of knowledge will
be a new inducement to walk outside on a clear, dark night and look for
that tiny red dot of reflected light overhead.
Related articles:
-
After Safe Landing, Rover Sends Images From Mars (August 7, 2012)
-
Curiosity Rover Lands Safely on Mars (August 6, 2012)
Times Topic: Mars
Gore Vidal, in memoriam
Gore Vidal, US writer and contrarian, dies aged
86
One of the towering figures of
American cultural and political life for more than six decades has died of
complications from pneumonia. Gore Vidal's quick wit and acid tongue made him a
sought-after commentator.
The novelist, essayist, wit and
contrarian Gore Vidal, one of the towering figures of American cultural and
political life for more than six decades, has died of complications from
pneumonia, aged 86.
Vidal died at his home in the
Hollywood Hills in Los Angels at about 6.45pm on Tuesday, his nephew Burr
Steers said. Vidal had been living alone in the home and had been sick for
"quite a while", Steers said.
Winner of the National Book
Award in 1993, Vidal's literary output was prodigious, with more than 20
novels, including the transsexual satire Myra Breckinridge, the black comedy
Duluth, and a series of historical fiction charting the history of the United
States. But his greatest work was, perhaps, his life itself – an
American epic which sprawled beyond literature to encompass Hollywood,
Broadway, Washington and the Bay of Naples, with incidental roles for almost
every major American cultural and political figure of the 20th century. Vidal,
who once said he had "met everyone, but knew no one", gave JFK the
idea for the Peace Corps, was called in to rescue the script for Ben-Hur, ran
unsuccessfully for both Congress and the Senate, and got into a fist-fight with
Norman Mailer.
Born in 1925 at the hospital of
the US military academy where his father was a flying instructor, Vidal entered
a family of privilege and power. His grandfather, Thomas Gore, was the
democratic senator for Oklahoma; his father was director of air commerce under
Franklin Roosevelt and a founder of TWA; his mother was a Broadway actor. His parents
divorced in 1935, when Vidal was nine, and he enlisted in the US army when he
was 17, serving for four months in the winter of 1945 on a supply ship off
Alaska. He began writing his first novel while on night watch in port, taking
its title – Williwaw – from the sudden winds of the Bering Sea which create
devastating tidal waves and can swamp a ship. The novel was completed as Vidal
waited for discharge in the Gulf of Mexico and published in the summer of 1946.
The scandal which surrounded
the publication of his third novel, The City and the Pillar, created a squall
powerful enough to blow Vidal's promising literary career definitively off
course. Despite the world-weary tone of a brutal review in the New York Times,
which suggested that it added nothing new to the "groaning shelf" of
homosexual literature, a story with an unashamedly gay protagonist unleashed a
storm of protest in a country where sodomy was still illegal. Inspired by
Vidal's great love, a school friend called Jimmy Trimble who died at the battle
of Iwo Jima in 1945, it became an instant bestseller, catapulting the author to
national celebrity, and almost finishing him as a writer. According to Vidal,
the New York Times waged a campaign throughout the 1950s to obliterate him as a
novelist by refusing to review his work. "If you didn't get a daily review
in the New York Times you didn't exist as a novelist," he said. "It
meant that everybody else, Time, Newsweek and all the other papers, would
follow suit. You were out."
Vidal spent the 1950s working
as a screenwriter for television and the movies, writing over 30 original
scripts and notching up two Broadway hits: Visit to a Small Planet and The Best
Man. Much of it was written at speed, rapidly constructing a scenario around a
director a set and a star, but by the end of the decade he had built a powerful
enough reputation that he was called in to work on the script for Ben-Hur.
In 1960 he made the first of
his attempts to follow his grandfather into politics, narrowly failing to take
a staunchly Republican district for the Democratic party with the campaign
slogan "You'll get more with Gore". His mother's earlier marriage to
Hugh Auchincloss made him a cousin of Jackie Kennedy, giving Vidal a front-row
seat at the court of Camelot, before banishment in 1963 after a row with Bobby
Kennedy. After heading for Rome with his long-term partner, Howard Auster, he
returned to fiction with a bestselling novel, Julian, based on the life of a
late Roman emperor; a political novel, Washington DC, based on his own family;
and Myra Breckinridge, a subversive satire that examined contradictions of
gender and sexuality with enough comic brio to become a worldwide bestseller.
His novels continued to oscillate between satire and historical fiction, with
comedies such as his sequel to Myra Breckinridge, Myron, and the reality TV
satire, Duluth, interspersed with a series of novels that gradually pieced
together a sweeping political history of the US.
His quick wit and acid tongue made
him a sought-after commentator; he himself once quipped: "I never miss a
chance to have sex or appear on television." A stint on ABC opposite
William Buckley, covering the 1968 Republican and Democratic conventions,
degenerated into abuse, with Vidal calling Buckley a "crypto-Nazi",
Buckley suggesting that the "queer … [should] go back to his
pornography", further attacks in the magazine Esquire, and suits for libel
on both sides. The same refusal to back down characterised his dispute with
Norman Mailer, whose attitudes towards women had brought rebukes from Gloria
Steinem and Kate Millett. Vidal entered the fray with an article suggesting
there was "a logical progression" from Henry Miller to Mailer to
Charles Manson. Mailer responded at a Manhattan dinner party in 1977 by
throwing a glass of whiskey in Vidal's face, head-butting him and then throwing
a punch. Vidal is said to have replied: "Lost for words again,
Norman?"
Near misses
A second tilt at office came in
1982, when Vidal came second in the race to become the Democratic party
candidate for the senate in California. Later in life he came to the conclusion
that he "probably didn't want" a political career, but remained proud
of his political near misses, suggesting that he "might have had a life in
politics if it wasn't for the faggot thing".
Vidal always rejected attempts
to categorise people by sexual orientation, arguing that: "There are no
homosexual people, only homosexual acts." While he claimed to have slept
with thousands of men and perhaps women – when asked whether his first sexual
encounter had been homosexual or heterosexual he replied he had been "too
polite to ask" – Vidal always maintained that his 53-year-long
relationship with Howard Auster was sexless.
His collection of essays, United
States, won the National Book Award in 1993, the same year that Vidal's friend
Bill Clinton became president. He was unable to attend the ceremony, sending
apologies from Italy and suggesting that as the panels had presumably already
"picked the wrong novelist and the wrong poet", he was "not so
vain as to think you've got it right this time, either!" – a rare outburst
of humility from the writer who declared: "In America, the race goes to
the loud, the solemn, the hustler. If you think you're a great writer, you must
say that you are."
He regarded the election of
George Bush to the White House almost as a personal affront, repeatedly
asserting that Bush had "stolen" the election from his distant cousin
Al Gore, claiming that the "Bush junta" used the 9/11 attacks as a
pretext for pre-existing plans to invade Afghanistan, and accusing the regime
of "high crimes against the constitution of the United States".
Increasing frailty forced him
to sell the clifftop villa in Ravello where he had lived for 30 years in 2004,
and Vidal returned to Hollywood, where he continued working on an eighth volume
of his Narratives of Empire sequence and a play involving General MacArthur and
President Truman. Asked by Robert Chalmers in 2008 if he had any regrets, he
claimed to have nothing that he deeply regretted in life, but rejected the
suggestion that this made him lucky. "Maybe," he
suggested, "I just played the game harder."
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