El espectro que abarca el arte de escribir es inabarcable, no hay nada que se le resista porque la imaginación es infinita, llega a todas partes e interesa a todo el mundo. La historia de la literatura es la obra más grande jamás contada y Vargas Llosa ya forma parte de ella.
En su discurso, titulado Elogio de la lectura y la ficción, el reciente Premio Nobel relató con emoción su descubrimiento de la lectura a los cinco años, la lectura de poemas con su madre, los libros de Flaubert y Faulkner, la política, los nacionalismos y otros fanatismos, así como la decepción ante la Revolución Cubana y otros acontecimientos que marcaron el siglo XX. Comenzó así:
Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas...
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