This blog is an online publication of words, sounds, pictures and moving images, launched to increase your exposure to the English language and/or supplement your in-person English course with language structures, challenging new readings, TED talks, trailers, quality videos, thought-provoking posts, reliable news, quotations, food for thought and icon links to related websites or to the cloud.
Tuesday, January 21, 2020
El veto parental, desenmascarado
El pin parental y otras armas de coacción
Por PURA SÁNCHEZ
Portal de Andalucía, 26 de diciembre de 2019
El concepto de “pin parental” surgió como un mecanismo de control de los progenitores sobre los contenidos audiovisuales que podían recibir o a los que podían estar expuestos sus hijos e hijas. Han sido las propias plataformas audiovisuales, que elaboran o difunden dichos contenidos, las que han ofrecido a progenitores o tutores legales la posibilidad de bloquear determinados canales o servicios, como el de vídeo bajo demanda.
Desde su aparición, el partido de nombre en latín ha dado sobradas muestras de su agilidad a la hora de hacerse con conceptos, ideas e incluso eslóganes de otros, para adaptarlos perversamente a sus intereses. Así ha ocurrido con el denominado “pin parental”, un mecanismo que, según sus propias declaraciones, tiene como objetivo evitar “el adoctrinamiento en ideología de género que sufren los menores en los centros educativos”; en la práctica, se trata de una solicitud dirigida a la dirección de los centros educativos “para que informen a los padres sobre cualquier materia, charla, taller o actividad que afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad”.
Para los negadores de la violencia machista, este ejercicio de control y coacción se presenta, no podía ser de otra forma, como un acto de protección. Esta manipulación suele ser un clásico de los sistemas autoritarios, que pretenden disolver la previsible reacción contraria al control, presentando las actuaciones coercitivas como actos protectores de un “duce” paternal que cuida de sus díscolos hijos a quienes hay que proteger, incluso de sí mismos.
Pero vamos por partes. En primer lugar, el llamado “pin parental” no está pensado para “las” escuelas, para todas las escuelas, sino solo para aquellas donde no llega, de momento, su control ideológico, es decir, la escuela pública. Por tanto, se trata de instrumentalizar a ciertas familias para que controlen al profesorado de sus hijos e hijas, al que no pagan directamente, porque al que pagan, directamente e indirectamente, en los centros con ideario, caso de la educación privada concertada, a ese ya lo controlan.
En segundo lugar, la supuesta protección se ejerce de manera que entorpezca todo lo posible el que otro alumnado reciba esos contenidos; es decir, por razones prácticas, para hacer factible el uso del “pin parental”, lo mejor sería eliminar determinados contenidos “controvertidos”, conformando de paso un alumnado que en poco tiempo pueda ser potencial votante del partido. Y tan contentos.
En tercer lugar, para tratar de justificar su petición, invocan “su” derecho a ejercer dicho control. De nuevo, en el contexto educativo, el concepto de derecho aparece manipulado, como cuando se invoca el presunto derecho de las familias a “elegir” la educación de sus hijos e hijas. Un derecho que puede ejercerse, sin duda, pero no hay obligación de que dicha elección la paguemos a escote todos y todas, tanto quienes pueden permitirse elegir, como quienes no. En cuanto al derecho a controlar la formación moral o religiosa que reciben sus vástagos, efectivamente, pueden e incluso deben hacerlo, pero hay valores y contenidos que no están en cuestión. Por poner un ejemplo: no son cuestionables los valores éticos ligados a la defensa de los derecho humanos.
Ocurre además que sus ansias controladoras no se quedan en lo que se declara, que ya es lo suficientemente ambiguo, transversal, dicen, como para que se pueda intentar intervenir tanto los contenidos de ciencias sociales como los de valores éticos o los de ciencias físicas. De hecho, la memoria histórica, o cualquier contenido relacionado con la historia del siglo XX, en España o Andalucía, también quiere ser controlado e intervenido.
Traigo aquí a colación lo sucedido en Sevilla, en el mes de noviembre último, en un centro de Secundaria y Bachillerato, a propósito de unas jornadas de memoria histórica que quisieron impedir; presumiblemente una persona con acceso directo al grupo parlamentario del partido de nombre en latín movió ficha para movilizar a la inspección educativa provincial. Al objeto de darle a la posible intervención manu militari apariencia de protectora legalidad, se encargó expresamente analizar los contenidos que se iban a difundir por si contuvieran un nivel de violencia inadecuado para el alumnado. Vaya a ser que los y las jóvenes estudiantes se enteraran de que las fuerzas paramilitares de Falange rapaban y violaban sistemáticamente a las mujeres rojas, animados por las charlas radiofónicas del general genocida Queipo de Llano y ello hiriera su joven sensibilidad…
Y luego está la cuestión de la ideología. La secta abascaliana, y otros partidos que incluso se atreven a llamarse “constitucionalistas”, acostumbran a denominar “ideología” a todo cuanto no coincide con su esquema de pensamiento. Pretenden hacernos creer, por una parte, que ellos carecen de ideología y, por otra, que toda ideología manipula y oculta la realidad, cuando en verdad ideología es cualquier conjunto de ideas que caracterizan a una persona o a un colectivo y que componen su cosmovisión.
La puesta en marcha de procesos de control, manipulación y coacción, con mecanismos tales como el llamado “pin parental”, está empezando a tener nefastas consecuencias dentro y fuera del sistema educativo público. En primer lugar, en no pocos claustros, de forma individual o colectiva, ha empezado a funcionar la autocensura. En segundo lugar, hay que decir que cuando se somete a alguien a este control arbitrario, injusto e injustificable, se arroja una sombra de sospecha sobre él, convirtiéndolo en persona no digna de confianza. Se tarda mucho en conseguir que familias y profesorado tengan una relación de confianza y está comprobado que es uno de los factores que inciden positivamente en la educación del alumnado. La quiebra de esta confianza, más pronto que tarde, vendrá a incidir también en el deterioro de la educación pública, de manera que sea todo el sistema el que resulte sospechoso.
En cuanto al adoctrinamiento, precisamente la clave para evitarlo no es el control ni la coacción, sino posibilitar que el alumnado pueda acceder al conocimiento a través de personas diversas, con ideologías diversas y formas de pensar diversas, de modo que la institución escolar sea ese lugar en el que, como en la vida, nos encontramos la diversidad dentro de la escuela. Por definición, una escuela adoctrinadora es aquella que deja la diversidad fuera.
Hay que decir de una vez que la escuela pública no adoctrina, excepto cuando se “imparte” religión, en días y horas concretos, por un no profesional de la enseñanza, elegido por la autoridad eclesiástica y pagado con fondos públicos, de un estado que se declara aconfesional. El resto de los contenidos de la escuela pública están regulados y presididos por los principios del rigor, el cientifismo y los valores que consagran los derechos humanos, esos que también garantizan la dignidad, la vida y la libertad de los liberticidas, los indignos y los intolerantes. La cuestión es paradójica y nuestra deficiente democracia soporta mal las paradojas; que quienes quieren acabar con la tolerancia y la libertad de ideas y de pensamiento, estén esgrimiendo para lograrlo precisamente la tolerancia y la libertad es una prueba de ello.
Es importante enfrentar esta situación redoblando los esfuerzos por trabajar colaborativamente desde los centros educativos con las familias, prestando apoyo a quienes se pretende desprestigiar o convertir en sospechoso, evitando la autocensura y combatiendo la coacción y el control de forma que a quienes pretenden acabar con la libertad de ideas y pensamiento no les salga gratis.
De nosotros y nosotras, del profesorado, pero también de la sociedad civil, de todos y todas depende que resolvamos la paradoja o que dejemos a quienes “oran y embisten, cuando se dignan usar la cabeza” que campen a sus anchas.
Por PURA SÁNCHEZ
Portal de Andalucía, 26 de diciembre de 2019
El concepto de “pin parental” surgió como un mecanismo de control de los progenitores sobre los contenidos audiovisuales que podían recibir o a los que podían estar expuestos sus hijos e hijas. Han sido las propias plataformas audiovisuales, que elaboran o difunden dichos contenidos, las que han ofrecido a progenitores o tutores legales la posibilidad de bloquear determinados canales o servicios, como el de vídeo bajo demanda.
Desde su aparición, el partido de nombre en latín ha dado sobradas muestras de su agilidad a la hora de hacerse con conceptos, ideas e incluso eslóganes de otros, para adaptarlos perversamente a sus intereses. Así ha ocurrido con el denominado “pin parental”, un mecanismo que, según sus propias declaraciones, tiene como objetivo evitar “el adoctrinamiento en ideología de género que sufren los menores en los centros educativos”; en la práctica, se trata de una solicitud dirigida a la dirección de los centros educativos “para que informen a los padres sobre cualquier materia, charla, taller o actividad que afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad”.
Para los negadores de la violencia machista, este ejercicio de control y coacción se presenta, no podía ser de otra forma, como un acto de protección. Esta manipulación suele ser un clásico de los sistemas autoritarios, que pretenden disolver la previsible reacción contraria al control, presentando las actuaciones coercitivas como actos protectores de un “duce” paternal que cuida de sus díscolos hijos a quienes hay que proteger, incluso de sí mismos.
Pero vamos por partes. En primer lugar, el llamado “pin parental” no está pensado para “las” escuelas, para todas las escuelas, sino solo para aquellas donde no llega, de momento, su control ideológico, es decir, la escuela pública. Por tanto, se trata de instrumentalizar a ciertas familias para que controlen al profesorado de sus hijos e hijas, al que no pagan directamente, porque al que pagan, directamente e indirectamente, en los centros con ideario, caso de la educación privada concertada, a ese ya lo controlan.
En segundo lugar, la supuesta protección se ejerce de manera que entorpezca todo lo posible el que otro alumnado reciba esos contenidos; es decir, por razones prácticas, para hacer factible el uso del “pin parental”, lo mejor sería eliminar determinados contenidos “controvertidos”, conformando de paso un alumnado que en poco tiempo pueda ser potencial votante del partido. Y tan contentos.
En tercer lugar, para tratar de justificar su petición, invocan “su” derecho a ejercer dicho control. De nuevo, en el contexto educativo, el concepto de derecho aparece manipulado, como cuando se invoca el presunto derecho de las familias a “elegir” la educación de sus hijos e hijas. Un derecho que puede ejercerse, sin duda, pero no hay obligación de que dicha elección la paguemos a escote todos y todas, tanto quienes pueden permitirse elegir, como quienes no. En cuanto al derecho a controlar la formación moral o religiosa que reciben sus vástagos, efectivamente, pueden e incluso deben hacerlo, pero hay valores y contenidos que no están en cuestión. Por poner un ejemplo: no son cuestionables los valores éticos ligados a la defensa de los derecho humanos.
Ocurre además que sus ansias controladoras no se quedan en lo que se declara, que ya es lo suficientemente ambiguo, transversal, dicen, como para que se pueda intentar intervenir tanto los contenidos de ciencias sociales como los de valores éticos o los de ciencias físicas. De hecho, la memoria histórica, o cualquier contenido relacionado con la historia del siglo XX, en España o Andalucía, también quiere ser controlado e intervenido.
Traigo aquí a colación lo sucedido en Sevilla, en el mes de noviembre último, en un centro de Secundaria y Bachillerato, a propósito de unas jornadas de memoria histórica que quisieron impedir; presumiblemente una persona con acceso directo al grupo parlamentario del partido de nombre en latín movió ficha para movilizar a la inspección educativa provincial. Al objeto de darle a la posible intervención manu militari apariencia de protectora legalidad, se encargó expresamente analizar los contenidos que se iban a difundir por si contuvieran un nivel de violencia inadecuado para el alumnado. Vaya a ser que los y las jóvenes estudiantes se enteraran de que las fuerzas paramilitares de Falange rapaban y violaban sistemáticamente a las mujeres rojas, animados por las charlas radiofónicas del general genocida Queipo de Llano y ello hiriera su joven sensibilidad…
Y luego está la cuestión de la ideología. La secta abascaliana, y otros partidos que incluso se atreven a llamarse “constitucionalistas”, acostumbran a denominar “ideología” a todo cuanto no coincide con su esquema de pensamiento. Pretenden hacernos creer, por una parte, que ellos carecen de ideología y, por otra, que toda ideología manipula y oculta la realidad, cuando en verdad ideología es cualquier conjunto de ideas que caracterizan a una persona o a un colectivo y que componen su cosmovisión.
La puesta en marcha de procesos de control, manipulación y coacción, con mecanismos tales como el llamado “pin parental”, está empezando a tener nefastas consecuencias dentro y fuera del sistema educativo público. En primer lugar, en no pocos claustros, de forma individual o colectiva, ha empezado a funcionar la autocensura. En segundo lugar, hay que decir que cuando se somete a alguien a este control arbitrario, injusto e injustificable, se arroja una sombra de sospecha sobre él, convirtiéndolo en persona no digna de confianza. Se tarda mucho en conseguir que familias y profesorado tengan una relación de confianza y está comprobado que es uno de los factores que inciden positivamente en la educación del alumnado. La quiebra de esta confianza, más pronto que tarde, vendrá a incidir también en el deterioro de la educación pública, de manera que sea todo el sistema el que resulte sospechoso.
En cuanto al adoctrinamiento, precisamente la clave para evitarlo no es el control ni la coacción, sino posibilitar que el alumnado pueda acceder al conocimiento a través de personas diversas, con ideologías diversas y formas de pensar diversas, de modo que la institución escolar sea ese lugar en el que, como en la vida, nos encontramos la diversidad dentro de la escuela. Por definición, una escuela adoctrinadora es aquella que deja la diversidad fuera.
Hay que decir de una vez que la escuela pública no adoctrina, excepto cuando se “imparte” religión, en días y horas concretos, por un no profesional de la enseñanza, elegido por la autoridad eclesiástica y pagado con fondos públicos, de un estado que se declara aconfesional. El resto de los contenidos de la escuela pública están regulados y presididos por los principios del rigor, el cientifismo y los valores que consagran los derechos humanos, esos que también garantizan la dignidad, la vida y la libertad de los liberticidas, los indignos y los intolerantes. La cuestión es paradójica y nuestra deficiente democracia soporta mal las paradojas; que quienes quieren acabar con la tolerancia y la libertad de ideas y de pensamiento, estén esgrimiendo para lograrlo precisamente la tolerancia y la libertad es una prueba de ello.
Es importante enfrentar esta situación redoblando los esfuerzos por trabajar colaborativamente desde los centros educativos con las familias, prestando apoyo a quienes se pretende desprestigiar o convertir en sospechoso, evitando la autocensura y combatiendo la coacción y el control de forma que a quienes pretenden acabar con la libertad de ideas y pensamiento no les salga gratis.
De nosotros y nosotras, del profesorado, pero también de la sociedad civil, de todos y todas depende que resolvamos la paradoja o que dejemos a quienes “oran y embisten, cuando se dignan usar la cabeza” que campen a sus anchas.
Sunday, January 19, 2020
Never Mind the Bollocks, Here’s Brexit
By FINTAN O'TOOLE
The Irish Times, December 1st, 2018
If you are English and in your 50s or early 60s, two things are likely to be true of you. One is that in 2016 you voted to leave the European Union: 60 per cent of both men and women in the UK aged between 50 and 64 did so.
The Irish Times, December 1st, 2018
The UK’s decision to leave the EU is like living through the anarchy of punk all over again |
If you are English and in your 50s or early 60s, two things are likely to be true of you. One is that in 2016 you voted to leave the European Union: 60 per cent of both men and women in the UK aged between 50 and 64 did so.
The other is that you were, in the immediate period after the UK joined the Common Market, a punk. Or if not an actual punk, then a vicarious one, living off the thrills of the most powerful and original English cultural movement of modern times.
These two truths are closely related. At the level of high politics, Brexit may be defined by upper-class twittery. It seems more PG Wodehouse than Johnny Rotten. But at the level of popular culture, it is pure punk. John Lydon (formerly Rotten), having initially opposed Brexit, later identified himself with it: “Well, here it goes, the working class have spoke and I’m one of them and I’m with them.”
In a sense, this is the wrong way round – they are with him, or at least with the Johnny Rotten of the mid-1970s. Had it not had the genius of Take Back Control, a perfect slogan for the Leave campaign would have been Never Mind the Bollocks, Here’s Brexit! For it is in punk that we find not just the nihilistic energy that helped to drive the Brexit impulse but, more to the point, the popularisation of masochism. What heroic failure and fantasies of Nazi invasion did for the middle and upper classes, punk did for the young and the working class.
Many Brexit voters were formed by its most breathtaking, counterintuitive stylistic gesture – the idea of masochism as revolt, of bondage as freedom. Punk took bondage gear out of the bedroom and on to the street; Brexit took coterie self-pity out of the media-political boudoir and into real politics.
Objectively, the great mystery of Brexit is the bond it created between working- class revolt on the one side and upper- class self-indulgence on the other. There would seem to be an unbridgeable gulf of style and manner – let alone of actual economic interests – between the stockbroker superciliousness of Nigel Farage or the self-parodic snootiness of Jacob Rees-Mogg on the one side and the raw two-fingered defiance of working-class patriotism on the other. Brexit depended on an ostensibly improbable alliance between Sunderland and Gloucestershire, between hard old steel towns and rolling Cotswold hills, between people with tattooed arms and golf club buffers.
One great binding agent was Anarchy in the UK, the sheer joy of being able to f**k everything up. Boris Johnson, who used The Clash’s London Calling as the theme song for his successful campaign to be mayor of London, also chose the same band’s version of Pressure Drop on Desert Island Discs in October 2005.
On that programme, in a rare moment of self-reflection, Johnson spoke of the pleasure of making trouble that motivated his mendacity: “So everything I wrote from Brussels, I found was sort of chucking these rocks over the garden wall and I listened to this amazing crash from the greenhouse next door over in England as everything I wrote from Brussels was having this amazing, explosive effect on the Tory party, and it really gave me this, I suppose, rather weird sense of power.”
Essentially, this differs not at all – either as a psychological satisfaction or as a career move – from the way Johnny Rotten made himself famous: “Johnny Rotten, a member of the group,” the Guardian reported in 1976 after The Sex Pistols had exploded into wider British consciousness in an outrageously offensive TV interview, “said in a BBC interview that he had launched himself to stardom by walking up and down the King’s Road in Chelsea, spitting at people. ‘I did it because they were stupid’.”
Throwing rocks over the garden wall to hear the crash from the neighbour’s greenhouse windows is the upper-middle-class Home Counties version of spitting at people on the King’s Road because they are stupid. And each has the same performative quality of edgy clowning in which everything is at once very funny and highly sinister.
The somewhat despairing question that Bill Grundy asked in his notorious Sex Pistols TV interview – “Are you serious or are you just… trying to make me laugh?” – hangs over Johnson’s entire political and journalistic career. Tory anarchism always had a taste for the outrageous: before the Sex Pistols said “f**k” on television, the last person to do so was Sir Peregrine Worsthorne, then deputy editor of the Sunday Telegraph and an obvious journalistic model for Johnson.
They are all bad boys. It is not accidental that the far-right Faragist side of the Brexit movement chose to paint itself as a political wing of the Sex Pistols. Its supplier of dark money, Arron Banks, called his hastily cobbled-together book The Bad Boys of Brexit: Tales of Mischief, Mayhem & Guerrilla Warfare in the EU Referendum Campaign. “Let’s shake this up,” Banks records himself saying to Farage in July, 2015, as they are planning what would become an openly racist campaign. “The more outrageous we are, the more attention we’ll get; the more attention we get, the more outrageous we’ll be.”
Mischief, mayhem, bad boys, brutal laddish mockery, the knowledge that the more outrageous they were the more attention they would get – all of this was pioneered by the Sex Pistols’ Svengali, Malcolm McLaren.
It would be a good quiz question to ask whether this passage is by McLaren or Banks: “I had created a feeling that was both euphoric and hysterical. On that tour bus, you couldn’t help but be aware of an enormous range of possibilities – that whatever was happening couldn’t be predicted, that it was a movement towards a place unknown. We had the means now to start a revolution of everyday life.” It is actually McLaren on the Pistols’ first tour, but it could describe the careening course of the Brexit campaign.
This is an edited extract from Fintan O’Toole’s Heroic Failure: Brexit and the Politics of Pain, published by Head of Zeus; Jonathan Coe reviews it here
How To Become Bilingual
By CARLOS MARTÍN GAEBLER
Being able to speak English as a second language opens up a world of opportunities for you in many walks of life. Speaking a foreign language not only makes you a richer person both socially and culturally, but also allows you to feel like a citizen of the world. A reasonable competence in understanding and speaking the English language will certainly make you feel confident wherever you go, even in Europe! Within the European Union alone there are several countries, apart from Ireland, where English is broadly spoken by the majority of the population, which makes it easy to get by. Such is the case with Sweden, Denmark, Holland or Malta.
Travelling offers you the best way to practise your English. In this respect, the Erasmus Mobility Programme provides Spanish university students with the best chance to acquaint themselves with their European fellow students. Bear in mind that quite a number of European universities offer some of their courses in English. So you might want to consider the possibility of applying for an Erasmus grant and spending a few months at another European university. Studying for a year abroad should be an integral part of every young Spanish university student’s education. It always turns out to be a once-in-a-lifetime experience and I warmly encourage you to seize the opportunity. You’ll never regret it later! Also remember that travelling in Europe has become much easier after the euro, the European single currency, has been adopted by nineteen EU countries.
It is common knowledge that tourism has become Seville’s number-one industry. Thousands of people work or intend to work in this field, but sadly enough very few of them could claim that they have an acceptable level of English. It is a fact that the level of English of local shop assistants, taxi drivers, waiters or bank clerks, for instance, leaves a lot to be desired. Being competent in English should go with certain jobs, even if some do not seem to see the logic of it. In this case, speaking a foreign language is just another way of being hospitable.
Finally, one of the best and most enjoyable ways of achieving some kind of bilingual ability is watching films in their original English version. In Seville you can now do so at the Avenida, Nervión Plaza or Metromar cinemas (in Málaga at the Albéniz and Plaza Mayor cinemas), which regularly show English-speaking films with Spanish subtitles. Netflix or Movistar also allow you to watch films, series or documentaries in English with Spanish or English subtitles. Not only will you learn new expressions or recognise the ones you have already learnt, but you will also enjoy the different accents of great actors and actresses, because, as any film lover would tell you, a good film is a magical combination of moving images and human voices, and the latter should never be dubbed.
In short, being bilingual will broaden your perception of the world around you and will give you the tools to become part of the multilingual global society we live in. If you overcome your initial communicative shyness and reach the point when you feel confident to speak today’s lingua franca at any time anywhere, you will have the world in the palm of your hand. If other Europeans can do it, so can you! Remember the saying, “Where there’s a will there’s a way.” Have a go and enjoy the difference!
Discover Europe on InterRail
Interrailers from Algeciras en route from Bruges to Antwerpen. |
Europe's modern rail network makes train travel easy, comfortable, efficient and environmentally-friendly. With an InterRail Pass you have the freedom to travel wherever you want in and between all of 30 participating European countries for a certain period of time. The main exception is that high-speed trains and night trains often require a paid seat reservation. Step on board the train with your buddies and discover Europe's secrets.
Here are 7 Interrail tips to fall in love with train travel in Europe, plus 10 cheap backpacking tips. You can easily book accommodation at Youth Hostels around the continent. Bon voyage!
Related articles:
Cómo viajar de Lisboa a Atenas en tren de la forma más barata
Los primeros del Interrail gratis vuelven a casa
Abierto el plazo para solicitar Interrail gratis
Subscribe to:
Posts (Atom)