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Saturday, June 30, 2012
Friday, June 22, 2012
Suspenso en inglés
R. M. de Rituerto y J. A. Aunión
El País, 27 de junio de 2012
A veces hay que hacer las preguntas obvias, aunque las respuestas sean obvias. ¿Cree usted que hablar idiomas es muy útil? Sí, responden el 88% de los europeos en un Eurobarómetro. ¿Y les resultará a sus hijos útil para su futuro? 98% de asentimiento. Pero del dicho al hecho hay un gran trecho. Menos de la mitad (42%) de los adolescentes de 14 países europeos tienen competencia suficiente en una lengua extranjera, porcentaje que se vuelve a reducir a la mitad (25%) entre los capaces de manejar un segundo idioma. Y los españoles, como siempre, están entre los que más dificultades tienen: solo el 27% de los estudiantes del último curso de la ESO se maneja con independencia en inglés (y son menos, el 24%, si nos fijamos solo en la comprensión oral). Están sin duda muy lejos del 82% de los suecos.
Hace una década, el Consejo Europeo celebrado en Barcelona en marzo de 2002 acordó enseñar a los niños del continente al menos dos lenguas extranjeras desde edad temprana. El primer análisis sobre los progresos, hecho público ayer, revela que queda mucho camino por recorrer.
Las cifras reales pueden ser distintas porque, por razones no explicadas, en el estudio solo han participado 14 de los Veintiocho (Croacia se sumará a la UE dentro de un año y está entre los consultados), aunque han sido cotejados 54.000 estudiantes.
Los alumnos españoles no son los peores en el juego multilingüístico —donde menos se habla otra lengua es Hungría (65% de monolingües), Italia (62%), Reino Unido, Portugal (61%) e Irlanda (60%)— pero sí están, sin duda, en el furgón de cola.
“España debe mejorar sus resultados con el inglés, sobre todo en la comprensión oral”, dice el informe. De los tres ámbitos que mide el estudio, el oral es el peor: casi un tercio de los alumnos de 14 años tienen el nivel de competencia más bajo (solo por delante de Francia); en compresión lectora es el 18% y en escritura, el 14%. En la cifra combinada de las tres categorías ofrecida por la Comisión Europea, apenas uno de cada cuatro estudiantes españoles (27%) alcanza a manejar el inglés con comodidad.
¿Por qué a los españoles se les dan tan mal los idiomas? El estudio europeo da algunas claves que, aunque apuntan en gran medida a factores externos a la escuela, no eximen a esta de su parte de responsabilidad en los malos datos publicados ayer. El hecho de que el español sea una lengua de una enorme potencia internacional, y, sobre todo, lo poco que dominan el inglés los padres de los alumnos suponen una gran losa para el aprendizaje del idioma, aseguran las profesoras de la Universidad del País Vasco Sara de la Rica y Ainara González en uno de los trabajos que ha encargado el Ministerio de Educación español para analizar el informe. Las académicas comparan los resultados de España con el mejor clasificado en el ranking: Suecia.
Así, contra esos condicionantes externos (el dominio de la lengua por parte de los padres y la potencia internacional del español) de poco parece servir que los alumnos españoles empiecen a estudiar inglés antes (a los tres años frente a los seis o siete en Suecia), que den más horas de clase (unos 50 minutos más a la semana) y que hagan casi el doble de deberes (3,11 horas semanales frente a 1,8 del país escandinavo).
La otra gran variable que suele explicar las diferencias es el
contexto socioeconómico y cultural. Tres comunidades españolas
aumentaron la muestra de alumnos en el examen para tener datos propios:
Navarra, una de las regiones más ricas, está prácticamente en la media
europea, y Canarias y Andalucía, más pobres, aparecen muy por debajo de
esa media.
Sin embargo, la escuela tiene también mucho que mejorar. Y no solo porque “los recursos humanos, materiales y financieros” condicionan las diferencias, según el informe elaborado por el ministerio. Sino, además, porque el hecho de que las clases extraescolares de inglés supongan una gran ventaja para quien las toma puede significar que “algo podría estar fallando en la metodología de las aulas españolas, quizá con un enfoque todavía demasiado tradicional”, según De la Rica y González.
“La escuela debe contribuir a articular los contextos de aprendizaje también en el contexto familiar y comunitario”, explica por teléfono el profesor de la Universidad de La Laguna Plácido Bazo. Y pone un ejemplo: “Si le estoy enseñando a mis alumnos en clase de inglés la diferencia entre comida saludable y no saludable, les puedo dar listas de vocabulario para que se lo aprendan, que es lo se suele hacer y así nos va... Pero también puedo pedirles que cuando lleguen a casa abran su nevera y hagan con sus padres la lista de comida sana e insana que contiene; si el padre sabe inglés, le ayuda, si no, pasan un rato divertido. Y al día siguiente en clase comentamos las neveras de todos los demás”, señala.
Pero no es todo método, pues otro de los grandes problemas señalados
persistentemente es la falta de competencia lingüística de los propios
profesores. Si se comparan los docentes de inglés y de francés (de este
idioma se examinaron los alumnos españoles como segunda lengua
extranjera) resulta que uno de cada cinco docentes de la lengua gala la
hablaban ya de pequeños, frente a menos de uno de cada 10 de los
maestros de inglés. Un mayor dominio, en general, del idioma que enseñan
es una de las explicaciones que dan los especialistas a los resultados
de España en francés: un 28% lo maneja con soltura, teniendo en cuenta
que es una materia optativa que se estudia muchas menos horas que el
inglés y que, de entre 13 países, tan solo superan a España en este otro
ranking Bélgica y los Países Bajos.
Hay que tener en cuenta, en todo caso, que el francés fue durante muchos años la lengua extranjera que se enseñaba en las escuelas españolas. Además, es crucial la autoselección del alumnado: el francés es una asignatura optativa a la que suelen apuntarse chavales de familias de mayor nivel socioeconómico y cultural y con mejores notas.
Pero también hay un factor que apunta a la importancia de los recursos en estos tiempos de recortes presupuestarios que están reduciendo significativamente (y lo harán más) las plantillas de profesores y, con ello, la posibilidad de tener aulas con menos estudiantes o desdobles. “Un 79% de los centros de la muestra de francés tienen clases de menos de 25 alumnos, frente a un 56% de los centros de la muestra de inglés”, dicen en uno de los trabajos hechos para el ministerio las profesoras Brindusa Anghel y Maia Güell. Y añaden: “El tamaño de la clase afecta a algunas destrezas (como la comprensión oral), aunque no afecte a otras (como la comprensión escrita)”. Recordemos que, dentro de los malos resultados generales en inglés, el agujero más profundo está en la comprensión oral.
Y esta comprensión oral es la base de todo lo demás, según los
especialistas de la Universidad de Santiago de Compostela José Manuel
Vez, Esther Martínez y Alfonso Lorenzo. “Quien no comprende o comprende
poco, no habla o habla muy poco. La creencia extendida de que los
idiomas se aprenden en la escuela o en centros especializados gracias a
una buena disciplina de estudio no tiene una correspondencia empírica
suficiente”, dicen en su trabajo. Así, centran sus sugerencias en
aumentar el contacto de los niños y adolescentes con el inglés a través
de los medios de comunicación, sobre todo, la televisión. “Que en los
hogares el canal de audio de la TDT se reciba por defecto en versión
original y no como ahora, que activa en modo doblaje las películas y las
series extranjeras (en un altísimo porcentaje en lengua inglesa)”...
El sondeo sobre competencia lingüística revela que a la utilidad manifiesta del inglés como lengua franca europea se une su facilidad de aprendizaje, lo que hace que la mitad de quienes lo estudian termine por alcanzar un nivel aceptable de manejo. En el extremo opuesto está el español: solo el 8% de los estudiantes llega a rematar la faena con un control que le permita el manejo autónomo de la lengua de Cervantes.
El País, 27 de junio de 2012
A veces hay que hacer las preguntas obvias, aunque las respuestas sean obvias. ¿Cree usted que hablar idiomas es muy útil? Sí, responden el 88% de los europeos en un Eurobarómetro. ¿Y les resultará a sus hijos útil para su futuro? 98% de asentimiento. Pero del dicho al hecho hay un gran trecho. Menos de la mitad (42%) de los adolescentes de 14 países europeos tienen competencia suficiente en una lengua extranjera, porcentaje que se vuelve a reducir a la mitad (25%) entre los capaces de manejar un segundo idioma. Y los españoles, como siempre, están entre los que más dificultades tienen: solo el 27% de los estudiantes del último curso de la ESO se maneja con independencia en inglés (y son menos, el 24%, si nos fijamos solo en la comprensión oral). Están sin duda muy lejos del 82% de los suecos.
Hace una década, el Consejo Europeo celebrado en Barcelona en marzo de 2002 acordó enseñar a los niños del continente al menos dos lenguas extranjeras desde edad temprana. El primer análisis sobre los progresos, hecho público ayer, revela que queda mucho camino por recorrer.
Las cifras reales pueden ser distintas porque, por razones no explicadas, en el estudio solo han participado 14 de los Veintiocho (Croacia se sumará a la UE dentro de un año y está entre los consultados), aunque han sido cotejados 54.000 estudiantes.
Los alumnos españoles no son los peores en el juego multilingüístico —donde menos se habla otra lengua es Hungría (65% de monolingües), Italia (62%), Reino Unido, Portugal (61%) e Irlanda (60%)— pero sí están, sin duda, en el furgón de cola.
“España debe mejorar sus resultados con el inglés, sobre todo en la comprensión oral”, dice el informe. De los tres ámbitos que mide el estudio, el oral es el peor: casi un tercio de los alumnos de 14 años tienen el nivel de competencia más bajo (solo por delante de Francia); en compresión lectora es el 18% y en escritura, el 14%. En la cifra combinada de las tres categorías ofrecida por la Comisión Europea, apenas uno de cada cuatro estudiantes españoles (27%) alcanza a manejar el inglés con comodidad.
¿Por qué a los españoles se les dan tan mal los idiomas? El estudio europeo da algunas claves que, aunque apuntan en gran medida a factores externos a la escuela, no eximen a esta de su parte de responsabilidad en los malos datos publicados ayer. El hecho de que el español sea una lengua de una enorme potencia internacional, y, sobre todo, lo poco que dominan el inglés los padres de los alumnos suponen una gran losa para el aprendizaje del idioma, aseguran las profesoras de la Universidad del País Vasco Sara de la Rica y Ainara González en uno de los trabajos que ha encargado el Ministerio de Educación español para analizar el informe. Las académicas comparan los resultados de España con el mejor clasificado en el ranking: Suecia.
Así, contra esos condicionantes externos (el dominio de la lengua por parte de los padres y la potencia internacional del español) de poco parece servir que los alumnos españoles empiecen a estudiar inglés antes (a los tres años frente a los seis o siete en Suecia), que den más horas de clase (unos 50 minutos más a la semana) y que hagan casi el doble de deberes (3,11 horas semanales frente a 1,8 del país escandinavo).
Sin embargo, la escuela tiene también mucho que mejorar. Y no solo porque “los recursos humanos, materiales y financieros” condicionan las diferencias, según el informe elaborado por el ministerio. Sino, además, porque el hecho de que las clases extraescolares de inglés supongan una gran ventaja para quien las toma puede significar que “algo podría estar fallando en la metodología de las aulas españolas, quizá con un enfoque todavía demasiado tradicional”, según De la Rica y González.
“La escuela debe contribuir a articular los contextos de aprendizaje también en el contexto familiar y comunitario”, explica por teléfono el profesor de la Universidad de La Laguna Plácido Bazo. Y pone un ejemplo: “Si le estoy enseñando a mis alumnos en clase de inglés la diferencia entre comida saludable y no saludable, les puedo dar listas de vocabulario para que se lo aprendan, que es lo se suele hacer y así nos va... Pero también puedo pedirles que cuando lleguen a casa abran su nevera y hagan con sus padres la lista de comida sana e insana que contiene; si el padre sabe inglés, le ayuda, si no, pasan un rato divertido. Y al día siguiente en clase comentamos las neveras de todos los demás”, señala.
Hay que tener en cuenta, en todo caso, que el francés fue durante muchos años la lengua extranjera que se enseñaba en las escuelas españolas. Además, es crucial la autoselección del alumnado: el francés es una asignatura optativa a la que suelen apuntarse chavales de familias de mayor nivel socioeconómico y cultural y con mejores notas.
Pero también hay un factor que apunta a la importancia de los recursos en estos tiempos de recortes presupuestarios que están reduciendo significativamente (y lo harán más) las plantillas de profesores y, con ello, la posibilidad de tener aulas con menos estudiantes o desdobles. “Un 79% de los centros de la muestra de francés tienen clases de menos de 25 alumnos, frente a un 56% de los centros de la muestra de inglés”, dicen en uno de los trabajos hechos para el ministerio las profesoras Brindusa Anghel y Maia Güell. Y añaden: “El tamaño de la clase afecta a algunas destrezas (como la comprensión oral), aunque no afecte a otras (como la comprensión escrita)”. Recordemos que, dentro de los malos resultados generales en inglés, el agujero más profundo está en la comprensión oral.
El sondeo sobre competencia lingüística revela que a la utilidad manifiesta del inglés como lengua franca europea se une su facilidad de aprendizaje, lo que hace que la mitad de quienes lo estudian termine por alcanzar un nivel aceptable de manejo. En el extremo opuesto está el español: solo el 8% de los estudiantes llega a rematar la faena con un control que le permita el manejo autónomo de la lengua de Cervantes.
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